Diez años sin Palme
El asesinato del primer ministro sueco sigue siendo un misterio
Diez años después, no se tienen muchos más datos de los que ofrecieron los periódicos sólo unas horas más tarde del atentado: "Un hombre asesina a tiros a Olof Palme". Eran las 23.30 del 28 de febrero de 1986 y el carismático primer ministro sueco acababa de salir de un cine en el centro de Estocolmo. ¿Un loco? ¿Motivos políticos? ¿Tal vez un asesino profesional a sueldo de oscuros intereses? Sus conciudadanos se enredan todavía hoy en una discusión basada en corazonadas, después del fracaso estrepitoso de las investigaciones policiales.Sven Nilsson, un pensionista de 71 años, está seguro de que se trató de "una conspiración entre la extrema derecha sueca y algunos círculos dé la policía y el Ejército". Eva Berlin, una periodista de 40 años, duda algo más: "Pudo ser una conspiración, pero también un loco suelto". Y Madeleine Bodstrom, cajera de 17 años, lo imagina más romántico: "Un asesino solitario".
Si las circunstancias del atentado y las omisiones policiales desde los momentos inmediatos al crimen afectaron al menos a la fe en la eficiencia policial, lo ocurrido en estos 10 años quebró definitivamente toda confianza. La certidumbre de que el asesino, ya sea un loco suelto o el brazo ejecutor de un plan elaborado, por otros, nunca será descubierto es compartida por la mayoría.
De las 17.500 pistas que llegaron a acumularse en los archivos policiales apenas si quedan 300 que, según los propios investigadores, carecen de relevancia y más bien parecen destinadas a la galería.
El cuarto de Palme, un departamento creado por el inefable comisario Hans Holmer, que tuvo a su cargo la primera investigación, ha quedado reducido a una tranquila oficina donde el nuevo y último jefe, el comisario Hans Ölvebro, bebe café cada mañana con un par de colaboradores y presuntamente prepara su participación en un programa de televisión sobre temas policiales en el que actúa desde hace poco tiempo.
Hace poco menos de dos años, este mismo comisario compareció ante la prensa y declaró categórico que el asesino estaba localizado. "Es un sueco de unos 40 años. Hemos tenido la confirmación de que estábamos en lo cierto cuando descartamos todas las teorías sobre eventuales conspiraciones con ramificaciones en el exterior". Al mismo tiempo anunció que la detención era "cuestión de semanas o meses". Hace 10 años, Holmer tuvo en vilo a los periodistas de casi todo el mundo durante 15 días con su visión de "una lucecita brillando al final del túnel". Ahora, un fiscal lo denuncia por haberle pinchado sus teléfonos, a lo que Holmer contesta que esa acusación es "pura idiotez".
Holmer, que inventó la pista kurda que tantos malos ratos dio a esta minoría en Suecia y sigue aferrado a ella, no descubrió al autor del crimen, pero su actuación al frente de la investigación le sirvió para promocionarse como escritor de éxito de novelas policiacas en que se convirtió después.
En el año 2011, según la ley sueca, prescribe el crimen. En esa fecha, el autor o los autores podrán confesarse públicamente sin que se les inicie juicio alguno. Habrá que esperar hasta entonces para saber quién mató a Olof Palme.En cualquier caso, el asesinato no alteró en lo más mínimo la normalidad institucional de Suecia, pero produjo un desgarramiento en el sentimiento colectivo del pueblo sueco, que sigue sin restaurarse.
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