Biblioteca Nacional

No recuerdo el tiempo que hace que el actual director de la Biblioteca Nacional tomó posesión e su cargo ni tampoco la declaración de intenciones que haría, pero estoy seguro de que prometería poner tan importante organismo a la altura que los actuales tiempos exigen, con objeto de ofrecer a la sociedad, tanto española como internacional, los servicios que demanda y tiene derecho a recibir. Se ha inaugurado el Museo del Libro, se está informatizando el catálogo de las pulicaciones que atesora la biblioteca, se han hecho infinidad de mejoras en el edificio, pero la mayoría de los libros que el lector solicita tardan entre 30 y 45 minutos en recibirse; una simple diapositiva tarda más de tres meses en entregarse y una fotocopia de microfilme de un libro antiguo no se consigue por menos de 5 a 60 días de espera.En una palabra: estamos done estábamos. Es decir, peor, porque se gastan ingentes cantidades de dinero para atender al fasto, pero con las cosas pequeñas, que son las que más afectan al usuario, van de mal en peor.

Con esto no quiero decir que la culpa de todo ello la tenga el director de nuestra más importante biblioteca. No. Lo que pasa es que en España cultura sigue significando todavía grandes inversiones en compras de grandes obras de pinturas, museos y más museos, en una palabra, todo lo que se ve, mientras que nuestros archivos y bibliotecas siguen siendo pasto de los ratones.Me gustaría que la señora ministra fuera al Archivo Histórico Nacional y pidiera cualquier legajo de cualquier sección para que se diera cuenta de cómo se conservan la mayoría de los documentos de los grandes hombres de la historia de España. Documentos que, sin lugar a ninguna duda, la mayoría son más valiosos que muchos de los cuadros que cuelgan, en nuestros museos.-