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Dole, salvavidas del Partido Republicano

El aspirante a la Casa Blanca tiene medios y respaldo institucional para poder ganar hoy en New Hampshire

Antonio Caño

El mitin tenía todo lo que tiene que tener un acto, político bien organizado en Estados Unidos: banda de música, carteles del candidato y cientos de globos blancos, azules y rojos, los colores nacionales. Había público también, medio millar de personas aproximadamente, pero lo que no había en el discurso de Bob Dole en Exeter era el entusiasmo desbordante que, esa misma mañana, había rodeado a Pat Buchanan en Nashua.Dole posee los medios y el respaldo institucional que se requieren para ganar hoy las importantes elecciones primarias de New Hampshire, pero no ha conseguido convencer todavía de que es un buen candidato a la presidencia. Dicho en palabras de Buchanan: "Ellos [Dole] tienen las élites, nosotros tenemos el pueblo".

Ante el pánico creciente provocado, los vientos fascistas con los que Buchanan trata de arrastrar al conservadurismo norteamericano, las élites tratan, en efecto, de unirse en torno a Dole. Cada día, gobernadores, senadores y dirigentes del partido intentan defender la figura de Dole de los ataques de sus rivales. El último ha sido el senador Phil Gramm, que ha dado su apoyo a ese candidato después de haber competido contra él hasta hace una semana en la carrera por la denominación presidencial.

Pero todos esos apoyos no consiguieron calentar el aire frío del mitin de Exeter. Allí, entre organizadores y un puñado de fieles, dominaban entre el público comentarios como éstos: "Seguramente votaré por Dole, pero me gustaría tener otras opciones"; "prefiero a Lamar Alexander, pero él nunca podría ser presidente"; "Dole es la única alternativa que tenemos para evitar que el Partido Republicano caiga en manos de Buchanan"; "Dole no es el mejor candidato, pero es el único viable en el paquete que se nos presenta". Esos argumentos pueden ser suficientes para darle hoy la victoria a Dole -aunque los resultados de estas primarias son más inciertos que nunca-, pero es improbable que New Hampshire, cuyos votantes tienen por tradición designar a quien después será el candidato presidencial, corone a Dole como líder indiscutible de los republicanos en el momento actual.

Nadie pone en duda que Bob Dole tiene la experiencia de gobierno y la limpia trayectoria que se necesita para ser presidente de Estados Unidos. Lo que no tiene, a sus 72, años de edad, es la flexibilidad para adaptarse a las exigencias de una campaña -sobre todo la de este año- en la que se requieren más dotes de populista que de estadista. Con destructora ironía, Buchanan repite cada día que "la idea de populismo de Dole es una cena con Bob Strauss y Dwayne Andreas en la casa de Katharine Ghaham en Georgetown". Strauss fue presidente del Partido Demócrata, Andreas es un millonario que contribuye a la campaña de Dole y Graham es la presidenta del diario The Washington Post.

Desde que anunció su candidatura a la presidencia, Dole ha hecho esfuerzos por conectar con las posiciones derechistas que dominan el debate dentro del Partido Republicano. Se ha sumado a la propuesta de prohibir el aborto y ha prometido la eliminación de todos los impuestos "no razonables" y de todos los programas sociales no imprescindibles. Pero esas promesas suenan poco creíbles en un hombre que ha pasado casi 30 anos en el Senado, votando muchas veces a favor de impuestos y de gastos públicos y, por supuesto; sin haber solicitado jamás la prohibición del aborto.

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Ante el miedo desatado por el ascenso de Buchanan, Bob Dole está tratando de: hacer de ese pecado virtud, y ahora intenta presentarse como el único hombre capaz de conseguir un compromiso entré los diferentes sectores republicanos. "Sólo con la unidad de, todos. seremos capaces de batir a Bill, Clinton y recuperar la Casa Blanca", dice Dole en sus discursos. Todo indica, sin embargo, que Dole tendrá que esperar todavía a varias elecciones primarias más hasta conseguir, esa unidad en torno a su candidatura. Si es que no se derrumba antes y deja a su partido frente a la peor crisis de liderazgo que se recuerda en las últimas décadas.

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