El Barça esprinta en Oviedo
Dos relámpagos de clase le dan a los azulgrana la primera victoria fuera en cuatro meses
Tanto se, había hablado en los últimos días de que el Barcelona iniciaba su temible sprint final en busca del liderato, que la primera jugada del partido confirmó con creces todas las previsiones. No se había cumplido un minuto de juego cuando Iván de la Peña, en su única aparición mencionable de toda la tarde, alzó el periscopio, dio la orden de fuego y le regaló a Bakero una asistencia de gol, que el capitán no desaprovechó, solo como se había quedado ante el sorprendido Mora.Fue un deslumbrante relámpago cuando los espectadores más rezagados aún buscaban su localidad. Lo que vino después no fue tan rotundo ni mucho menos. El Oviedo, que se había quedado varado en la orilla apenas iniciado el viaje, maniobró para salir del atolladero y durante muchos minutos lo hizo todo al ralentí, como temeroso de que otro fogonazo como el de De la Peña le quitara definitivamente el partido.
Pero el Barça, incluso iniciando esa poderosa arrancada suya del último tramo de Liga, tiene aún el motor fuera de punto. Ni siquiera cuesta abajo y con todo a favor, alcanza las prestaciones que le dieron los títulos recientes. Cruyff recordó de nuevo los viejos tiempos de Lineker, arrinconando a Kodro en la banda derecha, donde sólo consiguió romper las líneas rivales en la jugada del segundo gol. Sí lo hizo Figo con profusión, al otro lado, pero el portugués, que volvió loco a César hasta que éste fue reemplazado, fue más una amenaza que una realidad. Jerkan, en una tarde inspirada, le cerró el camino y cosió todos los agujeros.
La imagen de De la Peña a partir del minuto 2, desconectado del juego, fue por extensión la del Barcelona, cuya debilidad fuera del Camp Nou parece cada día más a la vista del enemigo. La línea medular sólo sirve para tener el balón en su poder. Cuando no lo tiene los problemas se agravan para la defensa a medida que van corriendo los minutos. El Oviedo tardó algún tiempo en meter balones a la espalda de Guardiola y Popescu y, cuando lo hizo, no sólo niveló el partido, sino que fue más peligroso, aunque la posición adelantada de Onopko, también muy desconectado, no fue sino una ocurrencia discutible.
La igualdad llegó al marcador de la mano de un discípulo de Cruyff. Christiansen apareció en el partido fabricando de la nada un gol. Desde entonces, fue para Ferrer como una pesadilla; ese jugador que Cruyff cuidara con tanto mimo hasta que se cansó de esperar su confirmación.
Tras el descanso, con Bakero previamente lesionado y reemplazado por óscar, el técnico azulgrana puso en marcha su proverbial carrusel atacante. Devolvió a Kodro a su puesto y Figo fue alternando de banda, pero el resultado no fue ninguna maravilla.
El Oviedo, con el remiendo de Andrés para aliviar su flanco derecho, mantuvo su plan al milímetro. Las ocasiones, con cuentagotas, fueron para Oli y Christiansen. El Barcelona, que nunca estuvo cómodo en el campo ni mandó en el partido, se encomendó a algún destello de calidad individual.
El encuentro no salía del atolladero hasta que los azulgrana encendieron la luz con un segundo relámpago de clase, tan aislado como el del primer gol, pero igual de fantástico. Fue un triángulo trazado al milímetro entre Popescu, Kodro y Amor, que éste remató en el área pequeña ante un indeciso Mora. Un minuto antes, el técnico ovetense había mutilado a su equipo, retirando del campo a Christiansen y provocando la protesta unánime de su afición y la gratitud de Ferrer.
Lo que hubo hasta el final del partido fue un asedio azul a la desesperada ante el área de Busquets; una especie de correcalles, con el Barcelona en un puño, encogido, hasta que el árbitro puso orden pitando el final. Desde el siete de octubre (1-5 en el Villamarín) no ganaba el Barcelona fuera del Camp Nou. El tan comentado sprint parece haber empezado.
Cruyff destaca la victoria tras cuatro meses de fracasos fuera
El Barça se quitó ayer de encima una tremenda losa. El grupo azulgrana consiguió en Oviedo pasar una página sobre un récord negativo que empezaba a ser una obsesión. No ganaban lejos del Camp Nou desde hacía 120 días. La última vez fue en el estadio del Betis, el 7 de octubre. Casi una vuelta de la Liga sin ganar: el próximo rival del Barça en casa es el Betis. "El detalle, por fin, ya quedará olvidado. Si hubiésemos empatado, se habría vuelto a hablar otra vez de octubre", argumentó el entrenador del Barça, Johan Cruyff.El técnico holandés y sus jugadores coincidieron en pasar por alto que el juego desplegado por el equipo no fue excesivamente lúcido. Todos coincidieron en que su objetivo en el Carlos Tartiere no era tanto hilvanar un buen fútbol sino demostrar otra cosa. "No me ha gustado tanto el juego, pero hoy teníamos que ver si seguíamos arriba, presionado al líder o no, y lo hemos conseguido", razonó Cruyff, que sólo recriminó a sus hombres el no haber sentenciado antes. La victoria, admitió Cruyff, reforzará la moral del equipo en un frenético mes en el que se jugará su futuro en la Liga, la UEFA y la Copa del Rey.
El partido, de hecho, empezó muy bien. Bakero necesitó sólo un minuto de fútbol para abrir el marcador. El capitán atribuyó la victoria a que el Barça está más preparado mentalmente que meses atrás. "El partido en Oviedo era vital en el aspecto psicológico. Hemos empezado ganando, nos han empatado, pero hemos sabido superarnos. Nos han igualado en muchos otros partidos y hemos acabado perdiendo. Teníamos que romper la racha", declaró el capitán azulgrana. "No todo es casualidad: vencimos al Madrid, eliminamos al Numancia y ganamos en Asturias. Estamos preparados para afrontar este mes, si no con garantías, al menos de forma competitiva".
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