El Compostela acaricia Europa
Un gol de Fabiano resuelve un tedioso encuentro en Vallecas
JOSÉ MIGUÉLEZEl fútbol retrocedió tres décadas en Vallecas. Compostela y Rayo reunieron allí noventa minutos horrorosos, insoportables, infames. Un lance aislado y afortunado de Fabiano (seguramente como premio a su solitario empeño por bajar al suelo un balón que vivió demasiado tiempo por las alturas), inclinó del lado gallego una balanza que no debió vencer hacia ninguno. La revelación de la Liga defraudó por su actitud en el campo, pero impresiono por su rentabilidad matemática. Garantizó con comodidad el cero en su puerta, llegó una vez a la contraria y salió de Vallecas con los tres puntos. El Compostela se afianzó en los pisos altos de la tabla. El Rayo, en cambio, se clavó en los de abajo.
Recibió el Rayo al Compostela con miedo a las bandas. Atemorizado por la derecha, el carril que debían exprimir Mauro y José Ramón. Y asustado por la izquierda, el ala de Nacho. Marcos construyó una alineación supeditada al blindaje de los flancos, con Cota Alcázar cerrando el derecho, Barla y Palacios, el izquierdo. La medida, que dada la actitud con la llegó el Compostela a Madrid era completamente innecesaria, ahorcó al Rayo en su zona de creación. Le privó de centro del campo. Y le dejó sin ideas para desnudar al adversario.
La puesta en escena del Compostela resultó demasiado mezquina, pero efectiva. Se colgó del balcón de su área con cinco defensas, que se movían de forma sincronizada bajo la dirección de Tocornal, un gigantón veterano sobrado de oficio. Unos metros por delante, dibujó una línea de cuatro, con miras igualmente defensivas, desde la que Passi realizó un generoso y efectivo ejercicio de desgaste. Y en punta, Christensen solo, a quien se unían un, par de compañeros en las contras. La propuesta del Compostela fue simplemente orden. Una actitud ventajista que resultó suficiente.
El conjunto franjirrojo, pese al perfil de su alineación, cargó con el peso del juego. Llevó la iniciativa y orientó su fútbol hacia el protegido portal de Falagán. Tuvo intención el Rayo, pero sólo eso. No acertó a conducir el balón con sentido; ni a lanzarlo con precisión; ni a retenerlo con seguridad. Su actuación fue un fútbol sin luces, impotente para abrir la fornida defensa rival. El encuentro conservó un mismo guión siempre: el Rayo tirando ataques blandos a base de pelotazos verticales y estrellándose permanentemente en la muralla gallega. El balón salió escupido siempre de allí. Pese a la insistencia rayista, Falagán vivió una mañana tranquila.
Con el gol de Fabiano las esperanzas de que el Compostela abandonara su actitud, rompiera filas y abriera un mínimo hueco al fútbol, se esfumaron para siempre. En realidad, no necesitó otra cosa. Con el marcador de cara y ante un Rayo incapaz de construir peligro, al grupo de Fernando Vázquez le bastó con darse una siesta defensiva. Se trató de no perder el sitio, ni el orden, y de aguantar pacientemente el paso de los minutos. Además, el público que sufría ese talante no era el suyo.
La entrada de Onésimo en la segunda parte no arregló nada. Sus regates tampoco rompieron la muralla. El Compostela, con el 0- 1 bien guardado, ya pensaba en el próximo partido. El siguiente paso en su imparable carrera hacia la UEFA.
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