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LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA PASA A LA HISTORIA

Las torres de la Castellana serán intocables

El edificio Bankinter, Torres Blancas o el Banco Bilbao Vizcaya tendrán la máxima protección

Por primera vez en la historia de la capital, las normas urbanísticas tienen en cuenta la arquitectura contemporánea. El nuevo Plan General de Urbanismo, que se aprobará en otoño, incluye un catálogo en el que se recogen 190 edificios construidos después de 1940, 90 del casco histórico -hasta las rondas- y 100 fuera. Entre ellos están algunos de los rascacielos de la Castellana, que serán intocables. A todos se les ha librado de la piqueta y de otras posibles maldades en su fisonomía. Eso depende del nivel de protección que les asigne el nuevo plan. El vigente, que data de 1985, tan sólo tenía en cuenta los edificios de valor histórico-artístico o aquellos típicos de Madrid. Los legisladores se han fijado ahora en obras de arquitectos contemporáneos de reconocido prestigio.

Con el nuevo Plan General de urbanismo, la discoteca Pachá, es decir el cine Barceló, no podrá lucir más el inmenso cartel que oculta por completo la fachada de una de las bras emblemáticas del racionalismo en Madrid: su construcción, en 1930, por el arquitecto Luis Gutiérrrez Soto tuvo gran eco en Europa. Es una de las construcciones protegidas por las nuevas normas. Igual que varios pabellones de la Casa de Campo, edificios de la Ciudad Universitaria y otros muchos hasta ahora descuidados por la ley.Para llevar a cabo la salvaguardia de estos edificios, el nuevo Plan General ha creado seis niveles de protección. En el primero -al que han llamado nivel singular-, los edificios gozarán de una protección máxima. La misma que ostentan el Palacio Real o la iglesia de los Jerónimos. Entre estos privilegiados se encuentran, por ejemplo, el edificio del Banco Bilbao Vizcaya (1971-1981) en el paseo de la Castellana, obra del arquitecto Francisco Javier Sáez de Oiza; el edificio de oficinas Adriática (1978-1979), de Javier Carvajal, en la plaza de Emilio Castelar; el edificio Torres Blancas (1961 -1968), también obra de Sáez de Oiza, o el de Bankinter (1973-1976) de la calle del Marqués de Riscal, con fachada a la Castellana, obra de Rafael Moneo, entre otros. Se protegen también inmuebles de viviendas como el edificio Girasol (1964-1966), en la calle de Ortega y Gasset, y varios edificios de los sesenta en el barrio de Salamanca. Estas construcciones no admitirán ningún tipo de modificación.

Nuevos Ministerios

En el siguiente nivel, al que han denominado integral, se encuentran los edificios cuyo uso no puede ser modificado, aunque en ocasiones se pueda variar en algo el conjunto de la arquitectura. En el tercer nivel, el estructural, entrarían, por ejemplo, los Nuevos Ministerios: se trata de edificios a los que se ha de respetar la fachada la estructura o la cubierta, pero se puede acomodar su uso. "El resto de los niveles se ha utilizado poco para edificios contemporáneos", apunta Nasarre."Se ha tenido en cuenta que fueran obras singulares de arquitectos de reconocido prestigio publicadas en revistas especializadas. No hay duda de su valor arquitectónico", expone el gerente de la oficina municipal del Plan General de Urbanismo, Fernando Nasarre. En la selección de estos edificios han colaborado con su opinión arquitectos muy reconocidos.

Los arquitectos se muestran satisfechos con la inclusión de este catálogo de arquitectura contemporánea en el nuevo plan. "Es necesario que la ciudad cuide su patrimonio, porque hay cosas modernas que vale la pena conservar", dice el arquitecto Julio Cano Lasso. "Con el tiempo, esta relación se irá perfeccionando, e incluirá casos que ahora no se han contemplado y se eliminarán otros. El tiempo tiene que ir puliendo y perfeccionando estas listas", añade este arquitecto, al que le consta que el plan está bien estudiado.

Otro arquitecto, José Manuel Soto, afirma que se trata de una medida muy positiva. "Edificios reconocidos por la crítica o premiados, que han dejado un poso o huella, deben ser protegidos. Así no tendremos el caso de la casa de la calle del Doctor Arce [la vivienda de Arvesú] que construyó Alejandro de la Sota y que fue derruida. Me parece bien que incluyan lo que tenga valor", comenta el arquitecto.

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El nuevo plan de Madrid se adelanta al resto de España. En Barcelona, por ejemplo, su Plan General, que data de 1976, incluye un catálogo histórico-artístico en el que, en lo que respecta a la arquitectura moderna, la mayoría de los edificios catalogados son de principio de siglo. Como mucho se protege a obras construidas en los años cincuenta o sesenta.

Éstos son algunos de los edificios que ya no deberán temer por su integridad física.

Banco de Bilbao Vizcaya. Paseo de la Castellana, 79-81. Autor: Francisco Javier Sáez de Oiza. Estructura: Carlos Fernández Casado. Supuso un momento fundamental en la historia reciente de la arquitectura española. Su construcción tuvo que salvar dificultades como el paso subterráneo del ferrocarril.

Edificio de viviendas Torres Blancas. Avenida de América, 37. En 1968 se terminaron de construir estas viviendas proyectadas por Sáez de Oiza: paredes redondas, balcones semicircuIares y hormigón. Se trata de un programa residencial que alberga pisos, apartamentos y viviendas dúplex en una compleja organización. Son 21 plantas, una intermedia para las instalaciones y, como remate, una piscina y un restaurante.

Conjunto de la Feria del Campo. Primera fase. (1948-1949). Tan sólo algunos bares y restaurantes funcionan en este espacio que fue sede de las sucesivas ferias del campo. Francisco de Asís Cabrero y Jaime Ruiz se inspiraron en la arquitectura popular para levantar este recinto. Se construyó a modo de zoco: varios pabellones en torno a una plaza circular en representación de cada provincia. "Ha sido dejado a su suerte en los últimos años, abandono que es pasó previo a su desaparición", explican Antonio Arean, Juan Casariego y José Ángel Vaquero, autores del libro Arquitecturas perdidas.

Pabellón del Ministerio de Agricultura en el recinto ferial de la Casa de Campo. (1958-1967). A pesar de que José Antonio Corrales y Ramón Vázquez obtuvieron el reconocimiento internacional por este edificio que representó a España en la Exposición Universal de Bruselas (1958), este edificio se muere poco a poco. Está abandonado y sin uso. "Esta obra singular, ingeniosa y moderna, está encontrando una muerte poco digna de su origen: lenta pero segura y, sobre todo, vulgar. Como vulgar es el estado del recinto ferial en estos, momentos, sin que nadie sepa encontrar una función a la que dé cobijo", comentan los arquitectos. Fernando Nasarre asegura que el nuevo plan tiene prevista una protección específica para el conjunto de la casa de Campo.

Edifcio de viviendas Girasol. Calle de Ortega y Gasset, 23. Los autores, José Antonio Coderch y Manuel Valls, proyectaron en 1964 una casa bastante distinta a las de sus vecinas del barrio de Salamanca. Para aprovechar al máximo el solar, se dispusieron las viviendas en diagonal.

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