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Los líderes se juegan algo más que la cara

El PP busca 9.445 electores de centro para alcanzar el récord de 18 diputados que logró el PSOE en 1982

Javier Casqueiro

Felipe González, José María Aznar y Julio Anguita ponen la cara electoral en Madrid, pero también en el resto de España. Hacen campaña en la capital, pero también en otras muchas plazas. Sus equipos, los diputados que les arropan en esta emblemática provincia, no los construyen las agrupaciones regionales. A lo sumo, se les permite plantear sugerencias, que luego suelen ser desplazadas por altos cargos desubicados. Las tres administraciones residen y pugnan en Madrid, con muchos millones de presupuesto y algunas obras, por afianzar el sentido de sus competencias y por buscar un hueco en el corazón de unos ciudadanos, urbanos y acomodados, que se sienten apátridas y presumen de ello. Todas estas peculiaridades hacen de Madrid una batalla compleja, atractiva y en ocasiones fructífera. El PP ha definido Madrid como paradigma de sus "provincias prioritarias" en estos comicios. Esas circunscripciones en las que se disputan los últmos diputados por unos restos (le votos muy escasos. Hay precisamente 9.445 madrileños con una ideología de centro que votaron a los socialistas en las anteriores elecciones y que si cambiaran de opción permitirían al PP sumar dos nuevos diputados a los 16 actuales y alcanzar el techo tocado por el PSOE en 1982.En la sala de mandos del PP de Madrid hay varias paredes empapeladas con trasparencias y fotocopias donde figuran los objetivos de estas elecciones Un comité de estrategia ha fijado cuáles deben ser los resultados. La extrapolación de los da tos que dibujan las encuestas y de las pasadas elecciones autonómicas ha servido en el partido para dar por hecho que se conseguirán 18 escaños con una participación de los electores superior al 70%. Para ello han analizado la bolsa de votos donde aún es posible sumar papeletas para el PP, tanto en los 21 distritos de la capital como en los 179 ayuntamientos de la región. El comité de campaña se ha volcado y ha preparado 1.252 actos. Desde la capital parten a diario dos caravanas, una con Rodrigo Rato, el verdadero número uno por Madrid tras Aznar, y otra con Esperanza Aguirre, la primera teniente de alcalde madrileña y candidata al Senado.

Los estudios que se manejan en el PP indican que en la capital de España este partido ya obtuvo 973.428 votos en 1993, una cifra muy alta. Para arrancar el diputado 170 al PSOE -que parte ahora con 13- precisan recabar 6.708 sufragios nuevos en una serie muy determinada de distritos ideológicamente fieles, que se reparten fundamentalmente entre Salamanca, Chamartín, Latina y Fuencarral.

El PP registró 397.185 votos en la franja de 26 municipios de Madrid que le interesan electoralmente, los que están en el antiguamente denominado cinturón rojo del sur metropolitano, y los principales de la zona norte. El reto en este caso es hurtar 2.737 papeletas antaño del PSOE y apuntalar así el escaño número 18. A partir de ese punto, todo lo que se consiga será una sorpresa.

Con el viento tan a favor, la confección de la candidatura del PP no ha supuesto ningún trauma. Han repetido prácticamente los mismos que en 1993 y como están tan seguros de gobernar las expectativas de pisar el Congreso alcanzan incluso al diputado 2 1 0 cuando se produzcan las bajas de los parlamentarios que entren a formar parte de ese ejecutivo. Aznar, además, usa la lista madrileña que encabeza para colocar a los miembros más próximos de su equipo, los que ya le arroparon cuando fue presidente de la Junta de Castilla y León.

Esos líderes nacionales del PP aprovechan la campaña para pasear a Aznar por instalaciones y convocatorias municipales junto al omnipresente alcalde, José María Álvarez del Manzano. A cambio, es significativo que el relegado, pública y privadamente, sea el presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón. Mentar a Ruiz-Gallardón incomoda. Rodrigo Rato señaló en un almuerzo con periodistas, cuando se le preguntó sobre la deuda pública aprobada este año por Ruiz-Gallardón -la mayor suscrita nunca por la Comunidad-, que espera que esta situación se normalice en próximos ejercicios. Rato y el presidente regional del partido, Pío García Escudero, se remitieron al programa nacional para exponer la posición contraria del partido que se potencie con dinero público empresas de comunicación, como intentó Ruiz-Gallardón con Cablevisión.

El PP, en realidad, desearía que la campaña hubiese finalizado. Da por buenos los resultados que se anuncian. Y el PSOE pretende resaltar ese hecho para poner en evidencia, en estos días, que nada está sentenciado y que si los populares gobernasen podrían recortar, reducir o eliminar algunas iniciativas eminentemente sociales. Los socialistas saben que parten con todo en contra. Madrid es el mejor eco de resonancia de los escándalos que han padecido. Sus listas al Congreso han nacido aquí lastradas por un lado por la inclusión de José Barrionuevo, el ex ministro del Interior procesado por presunta vinculación con los GAL. Por otro, por la intromisión del comité federal para colocar a altos cargos descarriados, como la ministra de Sanidad, Ángeles Amador; o por las disputas entre Joaquín Almunia, portavoz en el Congreso, y Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de la Presidencia, por encaramarse a la codiciada posición de segundo de González. Sólo el tirón crítico e intelectual del repescado Joaquín Leguina parece estar fuera de cuestión.

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La dirección de la histórica Federación Socialista Madrileña (FSM) -20.000 militantes- había hilado tan fino para contentar al 50% a sus dos corrientes mayoritarias -guerrístas y renovadores- que los pequeños desplazamienos producidos por la irrupción de ministros ha destrozado todas las ,componendas. Los renovadores han conquistado los mejores lugares entre los primeros 10 diputados, los que tienen seguridad de salir. Los guerristas han aplazado la trifulca para otro momento. Se contentan, mientras, con tomar posiciones en el grupo parlamentario re gional y en la propia FSM a la espera de que su actual secreta rio general, el re novador Jaime Lissavetzky, abandone el timón por inanición.

En Izquierda Unida, la dirección madrileña es optimista y realista. La candidatura se ha resuelto sin excesivas brechas y con la participación muy orientada de las bases. Y se ha recuperado para la política institucional a dos atractivas figuras. históricas, Pablo Castellano y Cristina Almeida. Sólo hay un damnificado, Diego López Garrido, uno de los diputados mejor valorados en esta legislatura, al que se ha abandonado a su suerte en el puesto séptimo, con escasas probabilidades de repetir escaño. La coalición disponía ahora en la Cámara baja de cinco parlamentarios y espera aumentar el grupo a seis. Fuentes oficiales de IU admiten que esa mejora de "Anguita y los famosos" no debería provocar grandes alegrías. IU lleva ya muchas elecciones -generales, autonómicas o municipales- repitiendo resultados en Madrid: alrededor de 500.000 votos. El PSOE es su enemigo electoral pero el mensaje ha cambiado algo en las últimas semanas. Anguita ya no habla de que los socialistas son lo mismo que los populares, sino de que la dirección del PSOE "está" en la derecha. Y ese giro lingüístico es amplia y enigmáticamente interpretado.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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