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Peres convoca elecciones anticipadas en Israel

El primer ministro israelí, Simón Peres, ansioso por obtener un claro mandato para futuras negociaciones de paz con los árabes, anunció anoche oficialmente la celebración de elecciones generales. La fecha deseada, el 28 de mayo, deberá ser negociada formalmente con los otros partidos. La decisión, conocida al término de un encuentro entre Peres y el presidente Ezer Weisman, abrió automáticamente la campaña electoral cinco meses antes de la fecha originalmente prevista y puso en marcha la histórica pugna entre las principales fuerzas políticas israelíes, el centro izquierdista Partido Laborista y el derechista bloque Likud.Para el laborista Peres, las elecciones constituyen el mejor instrumento para continuar con su política de paz en Oriente Próximo que ha producido pactos con los palestinos y los jordanos. Su principal rival, Benjamín Netanyahu, se opone a la autonomía palestina y ha declarado categóricamente su rechazo a cualquier acuerdo con Siria que contemple la devolución de los estratégicos altos del Golán, capturados en 1967. En polos opuestos del espectro político, Peres, de 72 años, y Netanyahu, de 46, van a protagonizar lo que muchos analistas políticos describen como los comicios más cruciales de la historia del Estado judío.

El actual primer ministro lleva considerable ventaja sobre su rival en las encuestas de opinión, un elemento que el Likud atribuye a la fuerte ola de solidaridad y simpatía hacia el laborismo tras el asesinato de Isaac Rabin en noviembre. Inicialmente reacio a convocar los comicios, Peres se ha visto forzado a llamar a la consulta ante la esterilidad de las negociaciones de paz con Siria. Según una encuesta realizada por Gallup y divulgada el viernes, Peres cuenta con el 52% del voto frente al 30% de Netanyahu.Votación directa

Las elecciones introducirán por primera vez el sistema de votación directa para el cargo de primer ministro, una innovación que ha sido descrita como reflejo de la americanización de la política israelí iniciada en 1992, cuando los partidos, por primera vez, celebraron elecciones primarias. Consciente de la dispersión de las fuerzas de la derecha, el Likud consiguió la semana pasada forjar una alianza con el Tsomet del ex militar Rafael Eitan. Ese paso, apuntan diversos analistas, podría inspirar a los partidos religiosos, e incluso a los diminutos partidos árabe-israelíes, que en más de una ocasión han anunciado su deseo de formar un bloque con miras a aumentar su escuálida presencia en la Kneset, el Parlamento de 120 escaños.

Los laboristas, que son apoyados por el Meretz, disidentes del Tsomet, el Hadash y el Partido Democrático Árabe, controla actualmente 63 escaños frente a los 51 del Likud y sus aliados. El ultraortodoxo partido Shas, que inicialmente apoyó la coalición de Gobierno, mantiene el resto de los escaños.

El Gobierno de Peres, que a partir de ahora tendrá que disipar los temores de sus compatriotas, que ven en su política hacia los palestinos una amenaza para la seguridad de Israel, debe comenzar en mayo una nueva ronda de negociaciones con Arafat para dirimir cuatro puntos cruciales: Jerusalén, la cuestión de los asentamientos judíos, las fronteras de los territorios autónomos y los refugiados.

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