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Europa: el ajuste que viene

La consolidación fiscal y la reconversión que planean las empresas pueden aumentar el rechazo a la UEM

Victoria Carvajal

Conseguir una Europa más flexible es tanto o más importante que llegar a tiempo a la unión monetaria. Hans Tietmeyer, el más ortodoxo de los responsables de la política monetaria en Europa, opina que los Quince deben acometer importantes reformas estructurales para asegurar la competitividad de Europa. Para el presidente del Bundesbank, los beneficios de una moneda única servirán de poco en una Europa de monopolios, protegida y de mercados rígidos. Este llamamiento, lanzado ante cerca de 1.000 líderes políticos y empresariales congregados en la reunión anual del World Economic Forum celebrada en Davos (Suiza) esta semana, recoge el sentir de muchos grandes industriales europeos.El ajuste no sólo vendrá de la manó de la consolidación fiscal que exige. el cumplimiento de los criterios de convergencia para participar en la unión monetaria, contestada en Francia con una violenta oleada de protestas sociales, sino de la reestructuración que están preparando muchas de las grandes empresas europeas. Al igual que Tietmeyer, los industriales creen que a menos que los Quince apliquen reformas para desregularizar los mercados europeos, el desempleo, que ahora afecta a casi 20 millones de europeos (el 10,9% de la población activa), se disparará a tasas aún más insoportables. En su opinión, el proyecto de unión monetaria, identificado cada vez más por la opinión pública con el paro y la pérdida de la protección social, está en peligro.

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"Los próximos doce meses serán terribles para Europa con un posible colapso de la unión monetaria", afirmó en Davos-Ulrich Cartallieri, miembro del consejo del Deutsche Bank, el primer banco privado europeo. Para este ardiente defensor de la moneda única, los 20 millones de parados son el resultado de la excesiva regularización y la escasa armonización existen te en Europa. " 100.000 millones de dólares al año [unos 12 billones de pesetas] se gastan en subsidios a industrias ineficientes europeas". Bryan Nicholson, presidente de la Confederación de la Industria Británica, criticó la obsesión de los líderes políticos europeos con los detalles formales del proyecto de unión monetaria y su desinterés por estas cuestiones.

La desaceleración del crecimiento en Europa -este primer trimestre se esperan tasas negativas en Francia y Alemania- está revitalizando la reestructuración que, según coincidieron varios de los empresarios asistentes a Davos, no se culminó en la pasada recesión. En los últimos meses se suceden las noticias sobre nuevos ajustes en las plantillas de las multinacionales europeas. El grupo alemán Dalmler-Benz AG, que contabilizó unas pérdidas de 130.000 millones sólo en el primer semestre de 1995, recortará 15.000 empleos de su división aeroespacial (DASA), otros 1.700 en AEG y 2.000 en su filial holandesa Fokker. La empresa de ingeniería electrónica Siemens, también alemana, reducirá 2.500 empleos en cuatro años. Grundig -del grupo Philips-, 3.000. La multinacional italiana Olivetti, otros 2.000. Una tendencia que amenaza con intensificarse en los próximos meses. Industriales franceses consulta dos por el instituto de estadística oficial Insee, planean reducir su plantilla en los próximos meses. En Alemania, la Asociación de la Industria del Automóvil calcula que las empresas auxiliares del, sector tendrán que prescindir de 75.000 empleos en los próximos cinco años.

La presión de la competitividad ex terior, argumentan los presidentes de muchas de estas empresas, hace inevitable la reestructura ción. "Estados Unidos ha ganado la batalla de la competitividad en el mundo y hoy su industria del automóvil se sitúa muy por delante de Japón y de Euro pa", afirmó el presidente de Mercedes-Benz, Helmut Werner, en la reunión de Davos. Werner se la menta de que la reciente fase de crecimiento haya restado impulso a las reformas estructurales que emprendieron los gobiernos europeos en medio de la recesión de 1992-93. Werner es pesimista sobre el crecimiento de la demanda de coches este año -un 1%-. Una previsión decepcionante pues en 1995 este mercado creció sólo ligeramente (un 0,6%, hasta 12 millones de unidades).

En el país que ahora usan de referencia los industriales europeos, Estados Unidos; se siguen registrando espectaculares ajustes en las plantillas de algunos grandes grupos, como es el caso reciente de AT&T, que hace un mes anunció la reducción de 40.000 empleos. Pero el mercado de trabajo parece ser capaz de absorber estos excedentes. Varios empresarios destacaron' el entom6 más favorable para crear nuevas empresas y pequeños negocios que existe en EE UU. La prueba, argumentan, es que la tasa de paro en en este país se ha mantenido estable en torno al 5,6%. "Algo que no sucede en Europa", señaló Carlo de Benedetti, presidente del grupo Olivetti, inmerso ahora en una profunda reestructuración tras perder cerca de 120.000 millones en 1995.

Para De Benedetti, además de. la reforma del mercado de trabajo, los Quince tienen pendiente la liberalización de sectores con alto potencial de crecimiento que ahora están monopolizados o excesivamente protegidos.

La flexibilidad empresarial estadounidense contrasta con la escasa respuesta del empleo al crecimiento en Europa. Pese a que la UE creció en tomo a un 2,5% en 1995, la tasa de paro no disminuyó. Además, el desempleo aumenta cuando la economía se estanca (en la pasada recesión se destruyeron 5 millones de empleos en Europa). El presidente de Siemens, Gerhard Schulmeyer, resumió así las diferencias entre las culturas empresariales de Europa y EE UU: "Los europeos tienden a pensar que los sindicatos y los gobiernos se responsabilizarán de sus empleos; mientras que los estadounidenses creen en sí mismos".

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