_
_
_
_

Un guardia civil descubre por casualidad en Arco una obra robada en un crimen

Jan Martínez Ahrens

Arco 96 tenía un espacio reservado para la sorpresa. La Guardia Civil recuperó el jueves en la feria de arte contemporáneo un valioso dibujo de Julio González que había sido robado en agosto de 1993 por los supuestos asesinos del grabador Abel Martín, íntimo colaborador y heredero del artista alicantino Eusebio Sempere (1923-1985).El hallazgo de la obra vino de la mano de un guardia civil que había investigado el caso y que esa mañana, fuera de servicio, se empapaba de vanguardia en la exposición.

El agente, según fuentes policiales, se quedó petrificado ante una de las obras que la prestigiosa galería británica Waddington había puesto en venta por 5.500.000 pesetas.

Se trataba del dibujo Figura abstracta bailando. Un cuadro que los hermanos Franco da Silva Montezuma, galeristas portugueses, habían robado a Martín el día en que presuntamente le mataron con un estilete.

Más información
El hierro abstracto del pintor

La investigación abierta por la 112 Comandancia de la Guardia Civil, con sede en Tres Cantos, ha determinado que la obra fue vendida el 29 de noviembre pasado en Londres.

El cuadro, una vez requisado, ha sido trasladado al Museo Reina Sofía. La pregunta que ayer flotaba en el aire era: ¿Quién vendió el dibujo en Londres? Este periódico trató sin éxito de recabar la versión de los compradores. El director de la galería Waadington se excusó en inglés y manifestó que el asunto estaba en manos de la policía. Asimismo, la oficina de prensa de Arco se mostró remisa a facilitar cualquier información.

El cadáver de Abel Martín, de 62 años, fue descubierto el 6 de agosto de 1993 por la asistenta en su residencia de El Plantío (Madrid). Cubría el cuerpo una sábana blanca. Su frente mostraba la herida de un punzón metálico. En la puerta no había signos de fuerza. El crimen conmocionó al mundo del arte y suscitó numerosas incógnitas.

Las principales dudas nacían de la facilidad con que los criminales habían entrado en la vivienda, situada en el número 80 de la avenida de la Victoria. La falta de signos de violencia en la puerta apuntaba a un trato de confianza de los asesinos. Pero no había más datos.

La obra fue vendida tras el crimen por la casa de subastas Christie's en Londres

Desde el fallecimiento de Sempere, en 1985, el círculo de amistades de su colaborador y heredero se había reducido. Martín vivía apartado y sólo en raras ocasiones recibía visitas en casa. Prefería tener sus citas en el restaurante La Roceña, donde diariamente desayunaba. El Grupo de Homicidios de la Policía Judicial de la Guardia Civil investigó entre los íntimos. Sin resultado.

A esta dificultad se añadió que las obras de arte robadas no habían sido todas inventariadas, por lo que su rastro corría el riesgo de perderse. Se reconstruyó entonces el patrimonio artístico mediante la colaboración de los amigos de la víctima y de la propia asistenta.

El salto definitivo de la investigación llegó, sin embargo, cuando los agentes profundizaron en la biografía del fallecido.

Abel Martín colaboró con el -pintor Sempere -conocido miembro del Grupo Parpalló, junto con Genovés y Aguilera Cerni- durante tres décadas. Era su más íntimo colaborador, incluso se hizo cargo de él durante la parálisis progresiva que sufrió.

La policía descubrió que durante el tratamiento de la enfermedad, ambos artistas habían viajado a Portugal, a la clínica que el doctor Montezuma poseía en Coimbra. Y a la inversa, el médico había viajado a España a visitarles. Estos datos fueron puestos en relación con el testimonio de unos conocidos del fallecido, quienes recordaban que, poco antes del asesinato, Abel Martín había recibido la visita de dos portugueses.

En las visitas a la clínica portuguesa, Sempere y Martín habían conocido, como más tarde se averiguó, a los futuros asesinos, por entonces unos críos: eran los hijos del médico Montezuma.

Visita mortal

Los hermanos, a principios de verano de 1993, habían visitado a Martín, quien había heredado parte de la obra de su amigo. Los portugueses, con galería propia en Coimbra, querían comprar varios cuadros. No se cerró acuerdo alguno, pero la pareja prometió volver a la casa de El Plantío, un chalé cuya fachada tiene inscrita la sentencia latina: Tempus breve est.

El 4 de agosto, Martín les abrió otra vez la puerta. Los hermanos -Gonzalo, de 25 años, y Manuel, de 23- le mataron fríamente y, acto seguido, robaron varias obras de arte, siempre según la acusación policial. Entre ellas el dibujo de Julio González, así como un mompó y un poliakov. Estas dos últimas piezas, con un valor aproximado de cuatro millones de pesetas, fueron desgajadas de sus respectivos marcos para facilitar su salida de España.

Una vez en Portugal, los hermanos aprovecharon sus contactos como galeristas en Coimbra para intentar vender las obras. Gonzalo jugó el papel principal, tal y como declararon posteriormente a la policía varios testigos. Gonzalo, un hombre violento, poseía antecedentes policiales por tráfico de drogas y ya había sido investigado, aunque sin resultado, por la muerte de un artista.

La detención, como adelantó EL PAÍS, se practicó en enero de 1994. La Guardia Civil, sin embargo, no llegó a recuperar todas las obras robadas. Los hermanos negaron las imputaciones, pese a que en Portugal se descubrieron tres esculturas de vírgenes, sustraídas de la casa del asesinado.

Sorpresa durante un paseo

El hallazgo del martes fue fruto de la casualidad. El agente -quien según sus compañeros se había aficionado al arte durante el caso-, se topó con el cuadro cuando paseaba tranquilamente por Arco 96. Al ver la obra no lo dudó: era el mismo dibujo que había dado por desaparecido durante los largos meses de investigación del asesinato. Inmediatamente avisó al Grupo de Homicidios de la Policía Judicial de la 112 Comandancia. Sus compañeros acudieron a la feria y, discretamente, se llevaron el cuadro.

La declaración del director de la galería Waddington ofreció más detalles: el dibujo, que se vendía a 5.500.000 pesetas, había sido adquirido por un particular a la galería Christie's en una subasta efectuada el 29 de noviembre de 1995 en Londres, según fuentes próximas al caso. El comprador, posteriormente, lo sacó a la venta en Arco 96 a través de la galería británica. Este periódico trató ayer sin éxito de recabar más datos de Waadington y de Christie's.

La recuperación de esta obra de Julio González (Barcelona 1876; Arcueil, 1942) abre un camino hacia los lienzos que aún no han sido recuperados, especialmente el mompó y el poliakov.

El dibujo de Julio González está ahora en el Reina Sofía. En este museo se expusieron el año pasado 120 dibujos del maestro catalán, más conocido por sus esculturas. Estas obras procedían de los propios fondos del museo.

En el Reina Sofía, la obra recuperada será analizada por los expertos. También se certificará su autenticidad, extremo que ayer se daba por hecho, dado el renombre de la galería y de la casa de subastas por las que había pasado.

En medios de la Guardia Civil, la recuperación fue tomada primero con sorpresa, y luego con ironía. "¿No decían que Arco movía esta año al optimismo?", comentó una fuente policial.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_