El Papa culpa a las grandes potencias de la sangre vertida en Centroamérica
Más de 100.000 personas recibieron ayer con entusiasmo al Papa Juan Pablo II a su llegada a El Salvador, tercera etapa de su gira por Centroamérica tras visitar Guatemala y Nicaragua. Juan Pablo II, que fue recibido en la base militar de Ilopango, al este de la capital, San Salvador, por el presidente de la República, Armando Calderón Sol, ensalzó la paz que el país vive desde hace cuatro años después de una larga guerra que dejó más de 75.000 muertos. El Pontífice, en un discurso muy político pronunciado durante una misa al aire libre, criticó la actitud de las grandes superpotencias por permitir el baño de sangre que vivió la rejón durante la pasada década.Juan Pablo II culpó por igual al capitalismo y al comunismo extremos de sembrar el odio y la guerra en la región y lamentó el terrible Sufrimiento que la actitud de las grandes superpotencias causó entre la población de esos países. "¿Cuánto dolor, cuántas lágrimas, cuántas muertes violentas se podían haber evitado si cada uno hubiera renunciado al egoísmo y no hubiese cedido a estas ideologías y esos sistemas?", se preguntó el Pontífice durante la homilía. "¡Que no haya más guerra. Que la verdadera justicia genere siempre paz!", agregó.
Decenas de miles de personas se agolparon al paso de la comitiva papal desde el aeropuerto al lugar de la celebración, en cuyo recorrido había numerosas y grandes pancartas pidiendo al Papa la aceleración de la canonización del arzobispo, Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 por escuadrones de la muerte de ultraderecha, dirigidos por el ya fallecido militar Roberto D'Aubuisson, fundador del actual partido de Gobierno, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). También lucían muchas banderas tricolores del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), la antigua guerrilla que actualmente se ha integrado en la vida política del país. Más de 150.00 personas, según la organización de la visita, asistieron a la misa celebrada en la explanada Siglo XXI.
El presidente Calderón, en su discurso de bienvenida, subrayó las diferencias que Juan Pablo II encontrará en esta visita respecto a la primera que realizó hace 13 años cuando El Salvador sufría una guerra fraticida.
Reina la paz
"Encuentra ahora a un pueblo que disfruta de la paz, que consolida una nueva institucionalidad y donde se respeta la vida humana", dijo el mandatario quien señaló también que la sociedad está promoviendo un plan de desarrollo integral para lograr, no sólo una paz política, sino una paz social, bajo un plan que pretende promover como prioriodad la educación, la salud, y el desarrollo de las comunidades.
Mientras, Juan Pablo II en sus palabras de agradecimiento reiteró su llamamiento hacia la paz, la reconciliación, el amor, la concordia, la solidaridad y la justicia. "Cuando os visité por primera vez fui testigo del sufrimiento de un pueblo desgarrado por el dolor de una guerra fratricida que sembraba muerte, violencia, divisiones y rencores. Por ello invité a recorrer un diálogo sincero y constructivo", dijo.
Juan Pablo II confesó sentir una enorme alegría al constatar que las armas de las partes enfrentadas han callado definitivamente y que todos están interesados en poner en práctica los acuerdos alcanzados. Tales compromisos lograron una intensa reforma política que. contempló a las Fuerzas Armadas, los sistemas judicial, electoral, el desarme de la guerrilla y su incorporación a la vida civil y productiva.
Grupos pastorales juveniles tenían previsto entregar un libro firmado por más de un millón de personas que solicitan al Santo Padre que interceda para acelerar la canonización del arzobispo Romero. El sacerdote jesuita Jon Cortina manifestó que esperaba que el Papa intercediera por la canonización del prelado como ejemplo para los salvadoreños y símbolo de sacrificio y lucha por la justicia.
Juan Pablo II, que hoy viajará a Venezuela, última etapa de su gira latinoamericana de una semana de duración, tenía previsto a última hora celebrar un encuentro con más de 17.000 jóvenes de comunidades cristianas.
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