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Juan Pablo II califica de "gran noche oscura" su anterior visita a la Nicaragua sandinista

Juan Pablo II se mostró ayer visiblemente emocionado al término de una misa multitudinaria, a la que asistieron unas 500.000 personas, en su segunda visita a Nicaragua en 13 años. Al finalizar el acto religioso, el Pontífice se dirigió a la multitud y calificó el hostil recibimiento en su primera visita, durante el régimen sandinista, como "una gran noche oscura en comparación con esta eucaristía del sol". La misa terminó en orden y sin incidentes, mientras el Gobierno nicaragüense, y la propia Iglesia católica, expresaba su deseo de desagraviar al Papa para restañar "la herida abierta" en 1983.

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En su primera visita a Nicaragua, Juan Pablo II fue recibido por los gritos de exaltados y manifestantes sandinistas que acallaron al Pontífice durante una misa. Y parecía que ayer sus enemigos pretendían el mismo objetivo, pues el clima de incertidumbre sobre lo que, podía pasar se vio subrayado la víspera con un nuevo atentado con dinamita contra una iglesia en la ciudad de Masaya, al suroeste del país. La explosión no causó víctimas aunque sí daños materiales.Unos desconocidos burlaron el estricto plan de seguridad policial en marcha desde hace días para perpetrar el 21º primer ataque contra un templo católico desde mayo de 1995. Una semana antes, las protestas de estudiantes encapuchados y la ocupación de la sede de la Cancillería en Managua, donde retuvie:ron durante unas horas a dos embajadores, crearon una cierta inquietud en torno de la visita papal.

Los bombazos contra recintos religiosos tienen el propósito de "fastidiar un poco" a la Iglesia católica, pero el trasfondo político es "desestabilizar al Gobierno", sentenció el cardenal Miguel Obando Bravo, en declaraciones a la prensa extranjera.

Para la jornada de ayer, el Gobierno cuidó la organización y decretó un día de fiesta nacional. Atendió hasta los últimos detalles con la intención de que las cosas marcharan sin sobresaltos. Su objetivo era "borrar lo que sucedió en el 83, cerrar una herida que quedó abierta en el 83", en palabras del ministro de Asuntos Exteriores Ernesto Leal. "Queremos hacer la cuenta que la visita del 83 no existió".

Nicaragua, trece años después, ofrece un escenario político distinto a Juan Pablo II, que oscila entre la violencia por demandas sociales y los desajustes propios de la consolidación de su incipiente democracia. El Pontífice iba a tener la oportunidad de comparar, de "mirar los efectos que pudo haber tenido una ideología que no era precisamente cristiana, que no mantenía un principio totalmente religioso", según señaló el vicario de Información de la Curia, monseñor Bismarck Carballo.

Prueba de eso es la decisión gubernamental, que asestó un duro golpe al sandinismo, de cambiar desde ayer el nombre de la plaza Carlos Fonseca por la de Juan Pablo II. Pese a ello, no se escuchó ni una voz de protesta por la sustitución del nombre del fundador, en 1961, del Frente Sandinista.

El partido sandinista, dividido y a la defensiva, se apresuró a condenar el terrorismo anticlerical y cuidar su credibilidad internacional al desvincularse de los autores materiales e intelectuales de los bombazos. La policía desmanteló una red terrorista en León, en la que figuran miembros del Frente Sandinista. El propio ex presidente sandinista, Daniel Ortega, saludó al Papa y se disculpó públicamente por "los sinsabores" que dejó la visita de 1983. Ortega se reunió con altos miembros de la jerarquía católica nicaragüense y el nuncio apostólico, Luggi Travaglino, para darle cierta seguridad de que no habría disturbios.

Peregrinación

Miles de católicos llegaron en peregrinación desde la noche anterior para asistir a la Eucaristía en la plaza de El Malecón, a orillas del lago Xolotlan de Managua, donde se calcula que se concentraron más de 500.000 personas. Allí proclamó el Papa: "Hace 13 años parecía que tú, Nicaragua, tú, América Central, eras solamente un campo, un polígono de las superpotencias, pero hoy se ve que tú eres un sujeto de tu propia soberanía humana, cristiana y nicaragüense".

Juan Pablo II reconoció que "esta visita se desarrolla en circunstancias muy distintas de la anterior", y desde entonces "han cambiado muchas cosas en Nicaragua", país que al igual que el resto de América Central vive un proceso de "profundas transformaciones" y de democratización, y auguró la instauración de una paz duradera y el desarrollo progresivo de la zona.

Dijo haber encontrado en el país "un clima positivamente cambiado" y recordó que el eslogan repetido por los manifestantes en 1983 de Queremos la paz se transformó en una realidad en casi toda América Central, para asegurar que: "Esto me ha movido a visitar de nuevo al menos algunos países de esta parte del continente, y en particular Nicaragua. La paz ha vuelto".

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