Puede volar, pero no despega
LA COMISIÓN Europea autorizó el pasado día 31 una ampliación de capital en Iberia por valor de 87.000 millones de pesetas este año, con la posibilidad de ampliarse en 20.000 millones más el próximo, si la compañía es capaz de superar sus problemas. La autorización, si bien llega seis meses más tarde de lo esperado y por una cantidad muy inferior a la solicitada (130.000 millones de pesetas), da un empujón a un plan de viabilidad que desde el comienzo ha marchado a trompicones por el enfrentamiento continuado entre los pilotos, agrupados en el SEPLA, y la dirección de la compañía. Los pilotos, empujados por su mala imagen ante la opinión pública, firmaron en diciembre de 1994 un acuerdo del que luego han renegado, aunque desde el principio han aceptado su parte más dura, consistente en una fuerte rebaja salarial, que es la causa de una herida difícil de restañar.Más de un año después, casi se pierden en la memoria los motivos por los que empezó el conflicto. Los pilotos alegaban el incumplimiento por parte de la compañía de ciertos puntos del plan, como la renovación de la flota y los cambios en el consejo de administración. La compañía negaba que ésos fueran los auténticos motivos de un conflicto que atribuía más bien a exigencias salariales de los pilotos. El conflicto ha supuesto, además del deterioro económico, una importantísima pérdida de imagen de Iberia. Meses después perduran los mismos argumentos y se mantiene un enfrentamiento que impide ahora que Téneo, accionista, de Iberia, inyecte el capital, absolutamente necesario para pagar la reconversión laboral prevista (3.500 bajas y prejubilaciones, que costarán 37.000 millones de pesetas) y para reducir las voluminosas deudas', superiores a 400.000 millones de pesetas.
Las posiciones de unos y otros están tan alejadas que ni siquiera la mediación emprendida por dos personas del mundo de la abogacía y la empresa ha dado resultado un me! después de su inicio. El conflicto se alarga ante la mirada atónita del resto de los sindicatos firmantes del plan de viabilidad, cuyo futuro depende también de lo que se acuerde con los pilotos, y de una ciudadanía que difícilmente puede entender que el problema se deba, tal y como afirma el SEPLA, a su exigencia de que cambien los criterios de gestión de la compañía ya que se renueve la. flota. Si éstos son los motivos, el SEPLA sólo demuestra una gran irresponsabilidad al impedir con su actitud la ampliación de capital. Y si lo que separa a las partes son motivos económicos, deben explicarse públicamente para entender el porqué y el cuánto de todo este gran disparate.
De momento, lo que hay es un retraso más en la solución -se ha prorrogado el plazo de la mediación hasta el 19 de febrero- y la posibilidad de que el problema de Iberia pase a ser gestionado por un nuevo Gobierno. La sospecha de que eso es lo que pretende el SEPLA ya ha sido invocada, no sin algún fundamento. Si así fuera, esa pretensión habría tenido un precio muy alto: perder un año de ajuste en un momento muy bueno para el negocio aéreo y además crucial., dada la inminente liberalización del sector en Europa, en 1997. Las nuevas ideas lanzadas por el SEPLA estos días, como crear una nueva compañía aérea y preparar la compra de Aviaco, no han hecho más que añadir confusión a las verdaderas intenciones de un colectivo que, tanto en Iberia como en Aviaco, goza de altos sueldos y envidiables condiciones laborales.
Por último, si lo que quieren, como se deduce de algunas actitudes, es más poder en la compañía, lo primero que deberían hacer es desbloquear el conflicto para que Iberia sobreviva. Porque el mercado, o una nueva política económica, puede llevarla a su reducción o su desaparición. De seguir así las cosas, esta cada día más cerca lo que se pretendió evitar con el plan de viabilidad, que es la conversión de Iberia en una compañía regional saneada a través de reducción de plantilla y venta de filiales y actividades. Pata regodeo de la competencia.
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