Alacranes
En La edad de oro, de Buñuel, que emitió TV-2 hace unos días, dos alacranes se enzarzaban a muerte entre una niebla de carcomidos nitratos de plata. Si la pelea era angustiosa, a ella se sumaba la saña y el áspero armazón de los insectos. Algo muy semejante se siente cuando día tras día se observa la reyerta en la ciénaga del caso GAL. Zarpazos, denuncias y artimañas a muerte en una visión de alimañas que parecen buscar la destrucción del otro sin importarles el destrozo general.La metáfora del terrorismo no la representaría mejor esta pugna partidista mientras el terrorismo real de ETA engorda y se retrepa en su escondrijo. No puede ser que esta ominosa visión que padecemos sea reflejo de un bien en nombre de la pureza del Estado y en beneficio democrático. No puede ser. La moral puede pervertirse tanto por los malditos como por los beatos, y con resultados monstruosos parecidos.
La hipocresía de la oposición y el silencio de la opinión pública ha viciado la realidad. A Aranguren se le trató de lapidar porque consideró "explicable" la creación de los GAL. Era sincero frente a la caterva de falsarios y oportunistas. Mientras en la primera democracia del mundo se fusila o ahorca ominosamente a quien se le cree un peligro social, en España se hace como si el terrorista fuera un ciudadano más, no importa si deja a la comunidad con varios ciudadanos menos. No hay , mirando en torno, una nación más democrática que ésta. Ni los cuerpos de seguridad norteamericanos, ni los británicos, los alemanes o los franceses, han vacilado en matar al terrorista cuando han podido, La clase política y. la comunidad lo han rnetabolizado. ¿Qué pasa aquí? ¿Somos más puros que los demás, más inocentes que ellos, más autodestructores que ninguno? Probablemente ETA no tiene necesidad de preguntarse. Está ocupada en disfrutar su provecho.
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