Cuatro horas en La Pintana
Nuestro reciente académico Vargas Llosa parece haberse propuesto, desde las columnas de Piedra de toque, aleccionamos sistemáticamente con sus postulados políticos, ilustrándonos y alertándonos sobre lo bueno (Chile, El Evangelio según La Pintana, EL PAÍS del 14 de enero de 1996) y lo pernicioso (Cuba) de América Latina.El autor de tantas obras inolvida6les, tras dignarse "pasar toda una tarde recorriendo la población más pobre de la capital chilena", comprobó que "en La Pintana no hay moscas, ni basuras, ni pestilencias", porque una compañía privada "ganó la licitación por el municipio", y tiene la osadía de concluir recomendándonos que, "para descubrir la verdad del milagro chileno, no hay que quedarse en Vitacura, sino patearse La Pintana".
Puede que no le diera tiempo, en sus cuatro horas de intenso recorrido, ].:)ara conocer el fenómeno masivo de los allegados chilenos; de percatarse del hacinamiento como forma de vida (menos de cinco metros cuadrados por persona); de la tasa de ocupación por cama (del orden de 2,6); tampoco parece que le informasen los maestros de las escuelas visitadas de los alumnos que los lunes, al tomar el desayuno escolar, vomitan tras la forzada abstinencia del fin de semana..
Vargas Llosa parece poner en duda que más de la tercera parte de la población chilena se encuentre catalogada de "pobre"; puede que considere trivial "que el 20% más pobre de los chilenos reciba un 3,3% del producto nacional, mientras que el 20% de la población de mayores ingresos obtiene el 60,4%" (Banco Mundial, 1995). Fluede que los que le informasen sobre los bajos índices de desocupación de La Pintana -a los que creyó sin objeción- no reparasen en contarle que en Chile no hay seguro de desempleo, o que el salario base no alcanza las 16.000 pesetas al mes.
Como viviendista profesional quiero agradecerle a Vargas Llosa la defensa lúcida y brillante que hace en su artículo de la "vivienda progresiva" en base a lotes con servicios. Pero permítame que le informe de que este tipo de soluciones habitacionales son y fueron practicadas y apoyadas por los Gobiernos democráticos (Allende, Aylwin y Frei), sufriendo un parón forzado en su práctica durante el régimen militar.-
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