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Un joven estudiante británico consigue publicar en 'Nature'

Isabel Ferrer

Dotes de observación, mucha paciencia, un depósito y una bomba de agua han bastado para que Justin Marston, un estudiante británico de 18 años viera publicada ayer, nada menos que en la revista Nature, su primera investigación seria. El talento se le suponía. A su edad, resulta casi impensable acceder a una de las tribunas científicas de mayor prestigio mundial. Él lo ha conseguido gracias a un trabajo relacionado con la teoría del caos. En octubre próximo piensa iniciar la carrera de bioquímica.

El éxito no parece haber alterado por ahora los planes de Marston, en cuyo caso no hay que dejarse llevar por las apariencias. Su cisterna es similar a las utilizadas por los fontaneros para instalar la calefacción en una casa cualquiera. En cuanto a la bomba de agua, la compró en una inofensiva tienda de jardinería. Le faltaba sólo un último utensilio, un grifo. Una simple llave de metal que le permitiera observar la salida del agua. Mejor dicho, su goteo. Y aquí es donde aparece el científico en ciernes.Doscientas horas

En la contemplación del goteo invirtió 200 horas de trabajo. Anotó su ritmo y cómo éste era modificado, o bien influido, por la presión del depósito de agua. De sus notas se desprende algo que califica primero de obviedad. Aumentando la presión del líquido, se reduce el tiempo medio de goteo.

El siguiente hallazgo ya. no era tan evidente. Las gotas no se espacian de manera uniforme o lineal. Para llegar a esta conclusión tuvo que prestar atención al fenómeno cerca de medio millón de veces. Sus amigos le animaron a publicar el trabajo y Marston reaccionó con el arrojo propio de su edad.

"Pensé que 19 mejor era empezar por arriba y lo envié a Nature", ha dicho al rotativo londinense The Independent. También ha reconocido que se sorprendió mucho cuando fue aceptado. Con el tiempo la satisfacción se ha impuesto a la confusión inicial.

El término "teoría del caos" sirve para que los científicos describan una serie de fenómenos y comportamientos, ya sean físicos o biológicos, en apariencia fortuitos. Un análisis más detallado demuestra que responden a una norma, y a veces una serie de ellas, nada casuales. Para los profanos el caos responde más bien al desorden. A pesar de posibles confusiones, la expresión se ha mantenido y ocupa a sesudos y reconocidos investigadores. "Siempre pensé que el caos en física suponía que un montón de átomos se movieran", ha dicho Marston, "pero lo del grifo que gotea es un ejemplo clásico de sistema caótico. Esto se aproxima mucho más a mi propia experiencia".

Marston, por su parte, era ya un estudiante que prometía en la secundaria. Vive en Lancashire, al norte de Inglaterra. Las excelentes notas obtenidas en matemáticas, biología, química, física y música en el curso que precede a la universidad le han abierto las puertas de cualquier centro superior británico. De momento sólo sabe que desea dedicarse a la ciencia.

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