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Los atascos de tráfico cuestan cada año 18 billones de pesetas a la Unión Europea

En algunas ciudades la velocidad es más lenta que con los coches de caballos

El automóvil es el gran mito del siglo XX. Emplea a 8,5 millones de trabajadores en Europa y ha dado a sus usuarios una libertad de movimientos inimaginable el siglo pasado. Pero sus costes empiezan a evaluarse ahora. Los atascos de tráfico le cuestan cada año 18,6 billones de pesetas a los. países de la Unión Europea. En algunas ciudades el tráfico es más lento hoy que en los tiempos de los coches de caballos. Sólo uno de cada cuatro europeos utiliza el transporte público, pese a que es mucho más económico y muchísimo menos contaminante que el automóvil.

La solución que propone la UE ante este panorama es potenciar sistemas de transporte colectivo que encajen entre si conectando el uso del tren, el tranvía, el autobús, la bicicleta o el taxi.Cada europeo recorre una distancia media de 31,5 kilómetros diarios, casi el doble de los 16,5 kilómetros que recorría hace sólo 20 años. El problema es que aumenta la tendencia a hacer esos recorridos en coche particular, un lujo que ha disparado el parque móvil en Europa desde los 232 vehículos por 1.000 habitantes en 1975 a 423 el año pasado. Y la capacidad de crecimiento del parque es considerable: el 40% de las familias europeas aún carece de vehículo particular.

Este crecimiento del uso del automóvil supone un coste anual equivalente al 2% del PIB europeo, es decir 18,6 billones de pesetas, según los cálculos de la OCDE. Sus costes se miden en pérdidas de horas de trabajo, pero también en gastos de infraestructura y costes energéticos y contaminantes. El tráfico de carretera causa el 62% de. las emisiones de monóxido de carbono, el 50% de las emisiones de óxido de nitrógeno, el 63% de las de hidrocarburos y el 17% de las de dióxido de carbono. El 20% de los ciudadanos europeos padecen niveles de ruido inaceptables producidos por el tráfico de carretera. A un nivel de ocupación del 50%, el consumo de energía por pasajero y kilómetro en- autobuses y trenes regionales es cinco veces inferior a la parte correspondiente a un vehículo privado. En términos de ocupación del suelo, los autobuses sólo necesitan por cada pasajero un 5% del suelo necesario para los automóviles.

A pesar de estas cifras apabullantes, el 75% de los viajeros por kilómetro se desplaza en automóvil, el 8% en autobús, el 6% en tren, el 6% en avión, el 3% a pie, menos del 2% en bicicleta y apenas el 1% en tranvía o metro, un medio que sólo, existe en algunas ciudades. La tendencia a usar el automóvil no sólo da independencia de movimiento, sino confort: ciertos proyectos llevados a cabo en Noruega y un estudio sueco muestran que la espera fuera del vehículo se percibe de forma tres veces más negativa que dentro, del mismo. A la gente le molesta esperar a que llegue el autobús y se irrita menos si se encuentra parada en un atasco escuchando la radio en su coche.

¿Cómo solucionar esto? Unas fórmulas buscan animar a la gente a compartir el automóvil reservando carriles especiales; otras pretenden reducir su uso aumentando la presión fiscal, el precio de los aparcamientos, instaurando peajes urbanos, etcétera. Pero lo principal es incentivar el uso del transporte público, la bicicleta o el ir a pie. La Comisión Europea recomienda el coche de San Fernando para las distancias inferiores a tres kilómetros, que pueden cubrirse un ratito a pie y otro andando. Para incentivar al peatón conviene construir calzadas a él reservadas, mejorar el alumbrado público y aumentar la seguridad ciudadana. Para distancias de hasta 8 kilómetros es ideal la bicicleta.

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