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Un cuento de Tintín

Xavier Vidal-Folch

La primera comparecencia pública del rais legitimado fue un cuento de Tintín, lleno de contrastes. De entrada, el escenario: la cubicular residencia de, Arafat se recorta nítida junto a la playa mediterránea. Los emparrados de jazmín contrastan con la miseria circundante sobre la que germina el desempleo.Y contrastan con el paisanaje, ese brusco sistema de seguridad en que se plasman las torpezas autocráticas del líder democrático. Los gorilas mantienen a raya a todo bicho viviente, impiden a los ministros europeos -¡los que han pagado su aprendizaje!- echar unas palabras a los micrófonos en el zaguán, saltan a los coches como los chavales trepan a, los tranvías. Un estilo bananero que recuerda al del general Tapioca. ¿Recuerdan Tintín y los pícaros?

Si de su entorno emanan efluvios policiales, de su persona surgen vibraciones de osito de peluche, como le pasa al capitán Haddock. ¿A qué mitad de camino está el rais entre el Pinto-Tapioca y el Valdemoro-Haddock, entre la potestas del guerrillero y la autoritas del estadista? Una quizá no muy tardía normalidad democrática dilucidará el enigma. Pero no hay duda de que Yasir Arafat es un encantador de serpientes y perseguidor de complicidades. Le espeta a la presidenta semestral europea, Susanna Agnelli, para explicar su proyecto sobre Jerusalén: "Usted es quien mejor puede entenderme, porque Roma es una sola ciudad y doble capital, de Italia y del Vaticano".

¿Presidente o líder?

Luego, ante los periodistas, la italiana responde a una pregunta envenenada: "¿Trata usted a Arafat de presidente o de líder?" (que ambas cosas equivalen a rais). ¿Es eso importante? Para mí lo decisivo es que ha obtenido el 80%, o el 85% o el 90% de los votos% contesta Agnelli, pues aún no se conocía el escrutinio final. Y entonces, el caballero le agarra las manos, las manosea en tono suplicante, sonrisa en ristre: "Eso no, 90% no, no me conviene para nada".El líder palestino acababa de regalar a sus padrinos europeos la imagen. Hasta entonces la CNN, casualmente olvidadiza de que era Europa la responsable de orquestar el control de las elecciones, y su pagana, tuvo que emitir las imágenes. Hasta entonces sus pantallas sólo supuraban la imagen de Jimmy Carter, un simple espontáneo. Pero claro, más popular que la del torpe Carl Lidbom, respetable ex ministro sueco que estuvo a punto de arruinar la reconocida eficacia de los 690 observadores a su cargo en una patética comparecencia pública en la que lo más noticioso fue. la demostración de su sordera. Tapioca convertido en Haddock evitó ese desastre. Hábil estratagema para que los padrinos europeos le sigan regalando juguetes imprescindibles.

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