"EI eco de la calle"
A Yasir Arafat le esperan unos meses difíciles. Deberá pasar intensas reválidas ante los nuevos parlamentarios. Al menos eso es lo que se espera de un Consejo en el e Al Fatah tendrá, sin duda, la mayoría, pero que estará repleto de independientes. Las elecciones legitimarán su poder, pero también lo limitarán", manifestó el venerable pediatra de 73 años Jaider Abdel Shafi, un personaje considerado como referencia moral de su pueblo.Muchos pidieron a Shafi, exjefe de la delegación palestina en la Conferencia de Washington, que presentara su candidatura a la presidencia en contra de Arafat. Pero él prefirió eludir la batalla personal con el rais y la luchadora feminista y defensora de los derechos humanos Samiha Jalil. Optó por concurrir a las legislativas como jefe de un movimiento de defensa de las libertades democráticas para obtener su primacía en el protoestado palestino, porque ahora, dice, "la gente tiene miedo de hablar".
Pretende contrarrestar las tendencias autoritarias de Arafat y su afición a recurrir a la formidable fuerza policial palestina para dirimir cualquier litigio. Abdel Shafi no es utópico. Basa su esperanza en que "la gente está harta de algunos modos de actuar de la Autoridad Nacional Palestina" y de sufrir la calamitosa situación económica. "Aun que seamos una minoría", añade, "el Consejo se convertirá en el eco de la calle".
El hombre que dio el rostro amable, dialogante, vinculado a la problemática interna y partidario, aunque muy crítico, del proceso de paz, considera que éste está aquejado de falta de velocidad y mermado en su credibilidad debido a las cuestiones pendientes: los refugiados, los prisioneros, los asentamientos de los colonos judíos ultranacionalistas, y, lo más peliagudo, el futuro de Jerusalén. Pero a Abdel Shafi sobre todo le preocupa que nadie haya puesto coto a "la actitud de Israel de imponer su política de hechos consumados" en los territorios en detrimento de la población palestina. De ello hubo un buen ejemplo ayer en la vergonzosa y semiclandestina votación en Jerusalén oriental, a través de las estafetas de la Caja Postal.
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