Amor entre policías del metro
Asalto al tren del dinero
Director: Joseph Ruben. Guionistas: Doug Richardson, David Lougheru. Fotografía: John H. Undley. Música: Mark Mancina. Estados Unidos, 1995. Intérpretes: Wesley Snipes, Woody Harrelson, Jennifer López, Robert Blake, Chris Cooper. Estreno en Madrid: Capitol, Luchana, La Vaguada, Liceo, Cristal, Canciller, Plaza Aluche, Dúplex, Colombia, Albufera, Parquesur.
Las películas, norteamericanas que narran, con mayor o menor habilidad, las peripecias de una pareja de policías por las calles de una gran ciudad se han convertido en un subgenero aburrido y lleno de violencia gratuita que cada vez tiene menos alicientes. Buena prueba de ello es Asalto al tren del dinero, falsificado título castellano del mucho más exacto original Money train.
La única novedad que ofrece su mínima y aburrida trama, que pierde demasiado tiempo en largas discusiones entre ambos policías, es que para animarles se les asigna una atractiva policía latina, de la que no tardan en enamorarse.
Realizada por Joseph Rubens, un desconocido cineasta que en los últimos 20 años ha dirigido una docena de irregulares producciones, Asalto al tren del dinero queda lejos de sus más inspirados trabajos. Tanto de los interesantes policiacos El padrastro (1987) y Solo ante la ley (1988) como de la curiosa historia con niños El buen hijo (1993). El hecho de tratarse de una gran producción ha supuesto que su trabajo se despersonalice en exceso y el resultado se resienta mucho.
Entre un principio y un final con cierta espectacularidad, apoyados en complejas persecuciones por los túneles del metro de Nueva York, la larga, interminable, parte central no alcanza la altura, entre el humor, y la amoralidad, que debería haber tenido. En buena parte porque los personajes de los policías protagonistas son demasiado elementales y los actores Wesley Snipes y Woody Harrelson no saben añadirles el menor atractivo. Entre ellos se mueve como una sombra Jennifer López, a quien le toca dar vida al personaje de la policía latina, que sobre el papel era el mayor encanto del proyecto, pero en la pantalla se queda en nada.
Babelia
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