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Guerra sucia de Silvio Berlusconi contra el fiscal que le procesó por corrupto

"Me siento enterrado vivo", ha dicho Antonio di Pietro, el célebre ex fiscal que impulsó la Operación Manos Limpias contra la corrupción política en Italia, y que hoy aparece como acusado en el centro del debate político. II Giornale, periódico de Paolo y Silvio Berlusconi, le acusa nada menos que de "golpismo", a la luz de la declaración que Di Pietro prestó en julio como sospechoso de abuso de cargo público. La declaración es escasamente novedosa, pero Il Giornale la adoba con el pinchazo del teléfono de Di Pietro alegado en el sumario. Berlusconi emprende una guerra en la que todo vale contra el hombre que le procesó.

Son la sal y la pimienta de una sopa que, sin ellas, resultaría difícilmente tragable. Por ejemplo, esa llamada del pasado mes de diciembre del ingeniere Carlo De Benedetti, presidente de Olivetti, considerado izquierdista y poco amigo de Berlusconi- que habla someramente con el ex fiscal de política y recibe de Di Pietro la, confirmación de que van por buen camino sus conversaciones con Romano Prodi para colaborar con la izquierda. Nada ilegal, ni siquiera irregular, dado que Di Piero, que había abandonado la magistratura hacía ya meses, hablaba en aquel momento con todo el mundo incluidos representantes de Alianza Nacional como hasta poco antes lo había hecho con el propio Berlusconi.Tampoco, nada relevante, más allá del cotilleo muy local y de algún pequeño detalle como que el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, estuvo de acuerdo en que Berlusconi ofreciera la cartera de Interior al ex magistrado.

Las cuitas familiares de Di Pietro -las desavenencias entre su segunda mujer y su hijo del primer matrimonio- eran tan conocidas como el hecho de que el entonces fiscal trató de resolverlas con un préstamo sin interés de unos diez millones de pesetas, ofrecido por alguien que él consideraba amigo, pero que, al final, sin que lo supiera el ex magistrado, según dice, resultó financiado por un constructor relacionado con Paolo Berlusconi que ha ido a contárselo a un juez cuando ha transcurrido una década desde los hechos.

Para vender el informe sobre contra Di Pietro hay que forzar el titular, como hace Il Giornale, bien secundado por las televisiones de Berlusconi, al acusarle de "golpista" basándose en este párrafo de la declaración en el que el ex fiscal contaba los planes que tenía en noviembre de 1994, cuando decidió dimitir precipitadamente: "Completar las investigaciones sobre la policía fiscal [en virtud de las que han sido procesados por corrupción Silvio y Paolo Berlusconi; recoger las pruebas fundamentales sobre el grupo de Berlusconi, dejando el resto de las instrucción en manos de los colegas para no verme bloqueado durante otros dos años; salir de la magistratura; programar el ingreso en el, SIS o el SISDE [los dos servicios de espionaje italianos] para retomar el trabajo donde lo había dejado; abordar la tercera fase de Manos Limpias; la reconstrucción, el recambio de la clase dirigente; nuevas leyes, nuevos bloques políticos,y la divulgación de Manos Limpias en el mundo".

Son revelaciones que no favorecen la imagen del ex magistrado, ya debilitada desde que se pidió su procesamiento por siete delitos de concusión y abuso de cargo. También mina el prestigio de una magistratura que incluye en sus investigaciones escuchas telefónicas sin especial interés para el tema investigado y que, peor aún, no es capaz de impedir que se publiquen.

Pero Berlusconi tampoco sale bien parado de esta batalla. Del legajo revelado, Silvo Berlusconi destaca en el centro de una trama de presiones sobre el ex fiscal Di Pietro que ha incluido promesas de favores a otros empresarios para que bloqueen al ex magistrado, conjuras para provocar la investigación judicial sobre el ex fiscal, amenazas directas contra su persona y familiares, y campanas periodísticas de desprestigio. Armas tan contundentes que permiten prever que esta guerra entre Berlusconi y los jueces puede concluir sin supervivientes en ninguno de los bandos.

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