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La 'viuda negra' de Viena comienza a reconocer que asesinaba a sus amantes

Jugaba las herencias en el casino de Baden

La policía de Austria investiga las dimensiones del caso criminal más truculento de los últimos años, el de la viuda negra, Elfriede Blauenstener, de 64 años, que supuestamente envenenó durante 20 años a un número indeterminado de víctimas para quedarse con sus herencias. El caso ha sido comparado por la prensa con otro que estremeció a la sociedad austriaca, el de las enfermeras que mataban a sus pacientes para que no las molestaran durante los turnos de noche.Blauenstener, que hasta el cierre de esta edición había confesado sólo dos asesinatos, actúa como si los crímenes no tuvieran nada que ver con ella. La sonriente viuda le preguntó a un agente que la interrogaba: "¿Por qué no me dijo que mi fotografía iba a salir en todos los periódicos? De haberlo sabido me habría puesto bonita".

La policía dictó ayer la orden de exhumación de dos cadáveres y expertos investigan en hospitales de Viena y en provincias las historias clínicas de un número no revelado de personas que murieron sospechosamente.

Elfriede Blauenstener es una figura célebre en los casinos de Viena y Baden, a 20 kilómetros de la capital, donde enjoyada y con abrigo de visón jugaba a la ruleta, una adicción de 30 años, que tenía que financiar. Según la dirección del casino de Baden perdió en los últimos años lo menos diez millones de pesetas en el juego. Cuando en la ruleta comenzaron a dudar sobre la solvencia económica de la jugadora, ella presentó un certificado extendido por su cómplice, el abogado Harald Schmidt, en el que acreditaba que poseía 210 millones de pesetas.

El inspector jefe Werner Windisch, encargado de los interrogatorios, comentó ayer a EL PAÍS que Blauenstener "presenta dos rostros". Con la policía, se muestra "amigable, suave y educcada". Sin embargo, en las grabaciones registradas en su teléfono pinchado durante las últimas dos semanas, aparece como una mujer "de sangre fría, calculadora y brutal".

Abogado cómplice

Su abogado Schmidt, un exitoso profesional de 39 años, confesó el viernes, tras ser detenido, que él había falsificado el testamento del último amante de su clienta, Alois Pichler, asesinado en noviembre pasado, y que pagó el equivalente a tres millones de pesetas a dos testigos falsos. A última hora de ayer, Sclimidt reconoció que su clienta le había confiado cinco asesinatos y le había prometido compartir la herencia de la última víctima, de unos 60 millones de pesetas.Mediante anuncios en la prensa, Blauenstener buscaba a viudos ricos y sin herederos a los que "cuidaba hasta la muerte". La mujer aseguró ayer durante un interrogatorio, sin pausas para dormir, que tiene "vocación de enfermera", que cuidaba "ejemplarmente" a sus víctimas y que les llamaba "papito".

Para envenenarlos disolvía altas dosis de medicamentos en las comidas o en la leche caliente que les daba antes de amorosamente arroparlos en sus camas. La doctora que recetaba los medicamentos a Blauenstener -Euglucon (para bajar los niveles de azúcar) y el antidepresivo Anafranil- está siendo investigada.

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