Buscar caminos para la paz
Si el pensamiento político existe es porque nos lo han infundido, por lo que pudiéramos preguntarnos cuál es la diferencia ideológica entre los discursos evolucionistas y el pensamiento conservador, y si entre estos existen relación o discrepancia. Nuestra cultura política proviene del pasado, pero al mismo tiempo es el presente, por lo cual debiéramos conjugar ese pasado cultural y el presente encaminándolos hacia un futuro evolucionista.Entiendo que la violencia es uno de los obstáculos presentes entre nosotros que impide avanzar hacia un futuro prometedor; por tanto hemos de dar la salida precisa a este laberinto en que estamos sumergidos hace décadas. Paradójicamente, la realidad y nuestro destino van unidos al pasado convirtiéndonos a todos en protagonistas con nuestras responsabilidades, culposas en ocasiones; pero entiendo que de las responsabilidades habidas en los resultados políticos actuales nos convierten a no pocos en culpables, aunque lamentablemente en el transcurso de varias décadas hemos de mirar al pasado para recordar el resultado doloso de la violencia; podemos observar las cruces que hay repartidas por el camino, a un lado y al otro, en uno mucho más numerosas que en el de enfrente, pero al fin, un resultado doloso.
Pero la violencia es más violencia cuando el hombre por el hombre se ciega en no ceder por no ceder, el continuar en su equivocada estrategia por no saber evolucionar. Sin duda alguna sería un error el limitarse en definir a la sociedad vasca como impersonal, ya que ello sería aceptar una teoría irreal. Nuestra sociedad es una sociedad viva y evolutiva; pero, eso sí, lleva sangre en las venas, quizá a demasiada velocidad. Si ETA caminara en modo evolutivo, podría liquidar el concepto agresivo y violento del pueblo vasco dando un nuevo significado a nuestro futuro; pero esto depende solamente de ETA y de su mundo (del MNLV), sólo así mostrarían su capacidad evolutiva saliendo de ese mundo atascado en que se encuentran inmersos.
En el momento que se dé ese cambio, mostrarán su capacidad evolutiva y seguramente sería apreciado tal proceso, pero el resultado dependerá del esfuerzo de todos, es decir que la solución ha de darse de entre nosotros mismos, en base a un esfuerzo dialogante en el que todavía no hemos entrado, al menos seriamente. Entiendo que una de las salidas a este contencioso ha de darse de las propias reglas que conjugan la propia legalidad donde se encuentra el principio básico con los argumentos precisos y éticos para la consecución de este fin perseguido, que no es otro que la paz.
En cada enfrentamiento (por parte de unos contra los otros), me llama la atención la coincidencia con la cual cada uno de quienes se manifiestan, unos pacíficamente, otros a su manera..., cómo cada uno de estos está convencido de que su objetivo es justo, esto no hay que ponerlo en duda, ya que es de equidad que los familiares de Aldaya, sus empleados, amistades pidan a ETA, algo que es de justicia, "... que libere a José María Aldaya...". Por otro lado, quienes se enfrentan a estos piden algo que es justo: el traslado de los militantes de ETA presos en las cárceles del Estado a los centros penitenciarios del País Vasco y Navarra; pero la estrategia que acompaña a estos manifestantes se adentra en la ilegalidad.
Es evidente que todo esto no ocurre por casualidad, sino que es el resultado procedente de un contencioso socio-político verdadero como la vida misma. Sin duda alguna creo que un punto de partida efectivo para dar salida a esta situación es (y aunque a algunos pudiera molestar, no siendo ésta mi intención), el diálogo para superar lo que sin duda es un trágico problema, el cual nos persigue cuanto más queremos huir del mismo; y es que el mismo problema está llamando a la puerta del final, como exigiéndonos su propio derecho a descansar definitivamente.
Entiendo que para tal fin es obligadamente necesario que ETA y su mundo opten por realizar un alto en su estrategia de la violencia; por otro lado hemos de crear una opinión favorable entre la sociedad, transmitiendo la necesidad de recurrir a un final con un dolor atenuado aplicando para ello la medicación oportuna para que surta tal efecto, que dé como resultado la paz a través del final de esta aciaga violencia, acompañada con un diálogo evolutivo sensato, pero, sobre todo, humano.
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