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Más poder para Menem

El presidente argentino reforma el Estado para reforzar sus atribuciones

Juan Jesús Aznárez

Ajeno a las repetidas admoniciones pastorales y al amargo llanto de un obispo emérito, Carlos Menem acomete la segunda reforma del Estacio reclamando superpoderes al Congreso. El prelado Miguel Hesayne confesó rezar a diario por la conversión al evangelio del presidente, políticos, jueces y legisladores argentinos, y fue más allá en su púlpito de Viedina: '"La mayoría de los que nos gobiernan son corruptos". La feligresía quedó advertida: esa política genera pobreza, es más pecaminosa e hipócrita que el marxismo y, por tanto, perversa e inhumana. A una con las sotanas contestarias, la oposición rechaza las nuevas facultades pedidas por al Ejecutivo."No crean ustedes, a mí también me duele la pobreza", afirmó el jesuítico, jefe de gabinete, Eduardo Bauzá, en una reunión con corresponsales extranjeros. Hombre discreto y dado a la templanza, Bauzá no observa otro camino que el paso adelante y la ejecución de la segunda parte de la. reforma emprendida en este país en el año 1989, fecha de la primera investidura presidencial de Carlos Menem, que permitió reconducir un Estado deficiente, ruinoso, corrupto y con servicios deficientes y caros.

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En la segunda tase de la anunciada reforma estatal serán eliminados aquellos organismos innecesarios o de funciones superpuestas y el Estado se concentrará entonces en el desarrollo social y en la lucha contra Prel el alto desempleo y la pobreza, según la declaración guberrumental de intenciones.. "No se puede gastar dinero público que no tenga objetivos públicos", explica Bauzá. El pretendido objetivo, no conseguidos en el primer mandato de Menem, es conciliar el nuevo ajuste para cuadrar las cuentas fiscales y una mayor presencia del Esta do en la atención de los sectores sociales más castigados. El escritor Ernesto Sábato, una de las referencias morales más respetadas en Argentina, en las nubes según sus detractores, madura una convocatoria al estilo Ghandi: desobediencia total a los poderes constituidos. "La Argentina es hoy un país gobernado para los ricos", resumió. Mientras el intelectual concreta su aldabonazo en demanda de equidad, Menem aprieta al Congreso procurando evitar su rebeldía, y trata de aprovechar el control del Legislativo y de los dos tercios de las provincias para, acelerar el reforzamiento de sus atribuciones. "Trabajamos, a partir de la orden de Menem, sobre la idea del Estado base cero, según la cual todo gasto debe estar sujeto a justificación", adelantó Carlos Abihaggie, secretario de Asuntos Fiscales en la jefatura de gabinete.

El Partido Justicialista (peronista) y su jefe arrollaron en las presidenciales del pasado mes de mayo, pero, aunque copan las 'dos cámaras, se . registran. discrepancias entre sus filas sobre la necesidad de delegar competencias legislativas, a la carrera, al presidente que más poder acumula desde los tiempos del general Juan Domingo Perón. De hecho, no hubo quórum en la primera votación encargada, de aprobarlos superpoderes, y los ausentes hicieron saber su malestar por la obligación de aprobar reformas no explicadas en detalle. La caza y captura del voto alcanzó al aeropuerto de Buenos Aires. "Señor diputado Oscar Sat, sírvase presentarse en el mostrador", reclamaron sus altavoces. "Paren el vuelo", ordenó alguien, La jefatura justicialista le conminó por teléfono: "Diputado, lo estamos esperando". Sat salió del paso con una larga cambiada: "Ah, me necesitan; bueno, ya voy", prometió el celular. El avión, con él, se fue hacia Mendoza.

Las potestades reclamadas por Menem, además de facilitar la supresión de diversos organismos, dotarán al Ejecutivo de nuevos poderes impositivios. El senador Eduardo Menem, hermano del presidente, remite al artículo 76 de la Carta Magna . a quienes alertan contra un peligroso rebrote del autoritarismo. El propósito, según este legislador, no es otro que prevenirse contra situaciones apremiantes y necesitadas de rápidas respuestas. "Las propuestas sobre reforma administrativa e impositiva procuran darle al poder ejecutivo sólo las fa cultades que la Constitución admite".

Otra es la lectura del senador radical Fernando de la Rúa, quien advierte contra una concentración de poder en Argentina susceptible de abrir el camino a las arbitrariedades, "cuya peor expresión se da cuando se desenvuelven en un aparente respeto formal a la Constitución, pero desvirtuándola en su esencia republicana". El anallista Pasquini Durán se pregunta qué tipo de apuros aguardan a Argentina como para no poder esperar su Gobierno el preceptivo trámite legislativo. `Quiere despedir empleados públicos, además de los 560.000 que ya salieron de la Administración estatal, aumentar los impuestos al consumo y rematar lo que queda del patrimonio público". Son facultades para emergencias, agrega, a sabiendas de que deberán afrontarlas "debido a que el Gobierno no puede confesar hoy que sus presupuestos y planificaciones están dibujados con más voluntarismo que sentido de la realidad".

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