Las urnas dirán si González es solución o problema
Las urnas resolverán finalmente el contencioso sobre si Felipe González es la solución o el problema, que ha precedido al debate socialista sobre la elección del candidato. González sigue siendo el principal activo del PSOE, como apuntan los sondeos de los que dispone el propio partido, pero también puede ser a la vez el punto débil de la campaña socialista. Es un temor de González argumentado durante la larga etapa de rechazo de la candidatura, que la perspectiva de 17 años de Gobierno acumulados, explotada certeramente por sus rivales, puede hacerle mucho daño a los ojos del electorado. El secretario general del PP, Francisco Álvarez Cascos, ya ha empezado a castigar ese flanco al manifestar de manera simbólica, que "la fruta que está demasiado madura, con el tiempo se pudre". Los otros dos puntos débiles de los socialistas en esta campaña. tienen un carácter más objetivo: los escándalos de corrupción y el paro. Si en 1993 trataron de entusiasmar al electorado con un plan de medidas de regeneración de la vida pública, simbolizados en dos personajes de carne y hueso -los jueces Baltasar Garzón y Ventura Pérez Mariño-, esta vez ya no será lo mismo. Las medidas legales ya están en el BOE, pero las vicisitudes de esta legislatura han impedido que nuevos independientes se alisten en las candidaturas del PSOE.Les queda la capacidad del ministro Juan Alberto Belloch, cabeza de lista por Zaragoza, de convencer a un electorado escéptico de que si los escándalos se han descubierto ha sido también por la labor de limpieza que ha propiciado su ministerio. En cualquier caso, tiene al presidiario Luis Roldán como botón de muestra, de carne y hueso.
El pilar más fuerte de la campaña también lo ofrece González, relanzado tras su éxito internacional por su gestión de la presidencia europea y por las encuestas. Pero el González fuerte es el del discurso del futuro de España y de la comparación con la historia, que es por donde puede estimular en los electores esa sensación de seguridad. que las encuestas dicen que no inspira su principal rival José María Aznar. González tiene como objetivo conseguir venderse como "fruta madura" frente a la "fruta verde" de Aznar y evitar a toda costa que cale la alusión de Álvarez Cascos a la "fruta demasiado madura". La resultante de todo, ello es que la campaña será tan personálizada como dura.
El discurso de González apuntará más hacia lo estructural que lo coyuntural, en el lenguaje de los expertos, adornado con un programa socialdemócrata redactado por uno de los hombres más sólidos de los que dispone: Joaquín Almunia. Inevitablemente jugará a meter en el cuerpo de sus electores el miedo a la derecha, pero sobre todo por el lado social. El conflicto francés contra el Gobierno conservador de Jacques Chirac es una inesperada ayuda que los socialistas van a utilizar en la campaña para tratar de vender a los electores que la derecha, incumple sus promesas.
A los socialistas también se les plantea la campaña por el flanco izquierdo mejor que hace unos meses. El Congreso del PCE, con el enfrentamiento entre el secretario general de Comisiones Obreras y Julio Anguita, ha contribuido a endurecer la imagen de éste, en un momento muy inoportuno.
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