La mujer que suplantó la voz de Anabel Segura, "necesita atención médica"
Felisa García Campuzano, la mujer que suplantó la voz de Anabel Segura para exigir un rescate del 150 millones, atraviesa por una difícil situación anímica, según explicó ayer a Radio Nacional de España su abogada, Piedad Jara García Campuzano, de 35 años, está encarcelada en la prisión de Ávila, aislada del resto de la internas porque ha recibido amenazas de muerte de sus compañeras. Jara ha pedido a la juez de Illescas (Toledo) que instruye el asesinato de Anabel que autorice el traslado de Felisa a la clínica forense de Madrid para que sea examinada por especialistas.
La letrada arguye que en Toledo no existe una clínica de estas, características y que su defendida necesita ser examinada, psíquicamente. De momento, no ha obtenido respuesta del juzgado. Piedad Jara explicó ayer: "Mi intención es que los especialistas informen sobre su personalidad y su situación psíquicomental".Según Jara, Felisa García -vecina del municipio toledano de Pantoja- "es inocente", y "no pudo participar" en los delitos que se imputan a los principales acusados: su marido, Emilio Muñoz Wuadix; y el amigo de éste, Cándido Ortiz, fontanero de profesión. Ambos están recluidos en la prisión de Ocaña (Toledo).
"El asesinato", afirma Jara, lo descubrió Felisa en el último momento, cuando parece ser que él [su esposo, Emilio Muñoz], ya había hecho varios intentos de cobrar el rescate. Por tanto, ella ni siquiera pudo participar en la extorsión. Él la obligó a grabar la voz, y lo hace cuando sabe que es imposible cobrar el rescate, porque la familia [de Anabel] le pide que aporte alguna prueba [de que la chica sigue con vida]".
Poco después de ser encarcelada, Felisa entregó al campellán de la prisión de Ávila una carta en la que pedía perdón a los padres de Anabel, asesinada el 12 de abril de 1993, seis horas después de ser secuestrada en La Moraleja. Su cadáver fue hallado el pasado 29 de septiembre entre los escombros de una antigua fábrica de cerámica próxima a Pantoja.
En la carta. decía: "Soy la que fingí la voz de su hija, ya muerta. Lo que no fingía cuando grabé la cinta era mi llanto. Lloraba porque me vi forzada a una cosa tan vil (...) Yo también soy madre [de cuatro hijos]", súplicaba.
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