Los múltiples rostros del baile

Sesión de clausura de un Encuentra flamenco que ha venido celebrándose en Madrid a lo largo de noviembre y diciembre, y que fue como una panorámica de una importante parcela del flamenco que se hace hoy día. Encuentro que tuvo un buen nivel artístico, y cuyos principales artífices fueron reunidos de nuevo como colofón; sólo no pudieron estar Canales y Luis de Córdoba.Lo más sustantivo en conjunto fue el baile, y esta sesión final lo corroboró. Claro que se contó para ella con una presencia nueva, la de Manolete, artífice de un baile sensacional. Manolete es un bailaor de clase fuera de lo común, que trabaja cada obra con cuidado exquisito, de tal manera que una nueva creación suya -aun sobre estilos que haya hecho en otras ocasiones- aporta tales factores de originalidad, de soluciones inéditas, que resulta siempre nueva.

Imaginativo

Ocurrió con las alegrías que ofreció en este concierto, a las que hizo una personalísima introducción. Todo lo que vimos fue sorprendentemente imaginativo, y ensu ejecución Manolete puso. un rigor al límite de lo perfecto. Manolete es un asceta del baile -su misma figura es un descarnado dibujo lineal-, que economiza medios expresivos hasta la usura, y sin embargo todo lo que hace está cargado de gracilidad y elegancia, de belleza en grado superlativo.Antes habíamos visto el baile de Juan Ramírez, también los alegrías, pero ¡tan distinto! Son conceptos diferentes. Ramírez se, centra exclusivamente en un ejercicio de zapateado, ciertamente espectacular, pero muestra una evidente incapacidad para ir mucho más allá en estricta materia bailable. Las guitarras largo tiempo paradas, su baile se convierte en puro juego de ritmo al son de las palmas; pero nada más.

También por alegrías bailó Belén Fernández, con técnica, con buenas maneras, pero a un ritmo ligero y mecanizado que deja el baile sin alma.

El baile por tonás y siguiriyas de Javier Latorre fue otra espléndida lección de jondura y comprensión de lo que es esencial en este arte; magnífico con los pies, de cintura para arriba es igualmente delicado y armónico, hasta el punto de que sus manos pueden acariciar el aire. Las soleares de Manuela Heredia, por fin, con momentos de genio y gran flamencura, confirman una bailaora de casta.

El cante brilló en la málagueña de José Mercé, y la guitarra de concierto estuvo excelentemente representada por Pepe Habichuela y Riqueni. Los secundario s, en general, muy buenos.