Milagro
El gato que estaba triste y azul, con seis vidas consumidas en sus lomos, ya no teme ponerse colorado para afrontar la séptima, en todo caso de ponerse se pondrá morado.Cuando los demás animalillos vimos brotar en blanco sus patillas pensamos que en menos que cantaba... Pero al gallo no le dio por cantar. Sus escasas salidas de la gatera habían sido justas para dar dos o tres arañazos acá y acullá, y siempre para no decir ni miau.
Pronto nos dimos cuenta que los gatos, naturalmente, no tienen descendencia cetácea. Pero cuando sus acólitos felinos más miraban al mar en busca del esperado delfín, ocurrió el milagro. Hace pocos días ha aparecido de entre un mar de dudas el que dice llamarse Fliper González. ¡Vaya flipe!-
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