Adiós a la Legión
Fuerteventura despide al Tercio Don Juan de Austria con alivio o pesar, según los casos, tras 20 años de una convivencia conflictiva
Fuerteventura era en 1975 un territorio tan desolado como el desierto que el tercio Don Juan de Austria acababa de abandonar tras la descolonización del Sáhara occidental. La irrupción de los, herederos de del Millán Astray en la capital de esta isla canaria duplicó de golpe su población nativa y acabó con la pacífica convivencia de un pueblo ajeno a los sobresaltos. El proceso de integración de la Legión en la vida de Fuerteventura fue traumático y estuvo plagado de gravísimos incidentes: agresiones a civiles, secuestro de un avión y varios asesinatos.Veinte años después, el aniversario de la transición a la democracia tiene para los majoreros un cariz propio y marcado por el traslado de este cuerpo militar. La retirada, reclamada durante años por las autoridades de la isla, no ha sido acogida, sin embargo, con el alivio que cabría esperar. El tiempo y la reconversión del original cuerpo de mercenarios logró finalmente reconciliar a la Legión con un pueblo que le declaró la guerra durante un gran periodo.
El proceso de traslado del terdio Don, Juan de Austria a la base de Viator en Almería, cuya despedida oficial se celebró ayer, se inició a mediados de octubre pasado y responde al denominado Plan Norte, relativo a la reorganización del Ejército de Tierra para adaptarlo a los futuros desafíos y al nuevo papel asumido por la ONU y la OTAN. Previamente, la Legión recibió la "despedida cortés" e incluso el homenaje de algún municipio y, tras la participación de la Agrupación Canaria en Bosnia, la medalla de oro por parte del Gobierno regional.
Estas distinciones son, para muchos, muestra de una efectiva integración entre la Legión y el pueblo majorero. Para otros, en cambio, "un canto de sirena a un cuerpo que va marcha atrás, que cuenta cada vez con menor número de fans". Son palabras de Gerardo Mesanoda, de Asamblea Majorera, senador por la isla durante la tercera y la cuarta legislaturas y punta de lanza de la lucha contra la presencia del tercio en Fuerteventura.
Recuerda Mesanoda que la llegada de 5.000 legionarios a Puerto del Rosario, cuya población oscilaba entonces entre las 8.000 y las 10.000 personas, supuso "un choque brutal que distorsionó la vida de los majoreros". En un breve recorrido histórico, enumera la relación de agresiones protagonizadas durante años por legionarios: asesinato de un alcalde pedáneo, asesinato de tres extranjeros, asesinato de un oficial por un subordinado, intento de volar una discoteca, secuestro de un avión y conato de un segundo secuestro, puntuales ataques a civiles, robos de barcos de vela y continuos desprecios a las autoridades locales. Los medios de comunicación de Alemania, un país que supone la principal fuente de ingresos turísticos, se hizo eco en su día de estos sucesos con el consiguiente perjuicio. Eran actos de los novios de la muerte de un Ejército colonial compuesto en su mayoría por individuos nada más y nada menos que de 48 nacionalidades distintas.
También el alcalde socialista de Puerto del Rosario, Eustaquio Santana, reconoce que Ios comienzos fueron francamente difíciles, con graves desmanes que perjudicaron no sólo a la población, sino también a la imagen de las Fuerzas Armadas".
Para el coronel jefe del tercio, Pedro María Andreu, es, sin embargo, "injusto" hablar de graves incidentes. El máximo responsable de la Legión en la isla precisa que "hubo al principio contados incidentes, en algunos casos graves, debido a tipos aislados y que, una vez juzgados, fueron apartados del estamento militar".
A finales de los 80, la Legión afrontó un proceso de modernización. Se endurecieron los requisitos exigidos para el enganche, lo que permitió limpiar de extranjeros el tercio, modificar el perfil de los nuevos miembros y cambiar en parte la filosofía. Tanto para Mesanoda como para Andreu, no se trató de una reconversión propiamente dicha, sino de una adaptación de los legionarios paralela al resto de la sociedad española a medida que se consolidaba el sistema democrático. 'Hoy en día", asegura el coronel jefe, "la Legión está compuesta por profesionales y militares de reemplazo, igual que las demás unidades del Ejército, con la salvedad de que son voluntarios".
Lo cierto es que, en Fuerteventura, algunos majoreros han entrado a formar parte del tercio. Esta circunstancia, unida al hecho de que 20 años de convivencia han dado origen a matrimonios y a la permanencia en la isla de ex legionarios que han abierto negocios, permite hablar de cierto nivel de integración. No obstante, Mesanoda asegura que informes policiales confirman que la mayoría de los incidentes actuales en la capital los han seguido cometiendo miembros del cuerpo. Un extremo que niega el coronel jefe. Andreu puntualiza que, en cualquier caso, "habría que analizar qué porcentaje representan respecto a la juventud majorera los casi 1.000 jóvenes que realizan el servicio militar en el tercio". Por su parte, Santana ni desmiente ni confirma esos informes. El regidor de Puerto del Rosario se limita a comentar que "la presencia de desaprensivos es inevitable en cualquier colectivo".
Con todo, la mayoría de la población permanece indiferente a la retirada del tercio. Un sector minoritario muestra cierto alivio y sigue reclamando la disolución de una fuerza como la Legión, se ubique donde se ubique. Otro, también minoritario, y fundamentalmente de La Oliva, ha realizado varios homenajes al cuerpo. El edil socialista de la capital de Fuerteventura opina que "no hay razones para homenajear a nadie", por lo que optó por formalizar la despedida mediante un acto cortés. Mesanoda cierra el debate poniendo de manifiesto "la contradicción de que un Gobierno nacionalista conceda la medalla de oro a un Ejército colonial simplemente por cumplir su obligación". Una contradicción a la que no escapa su propia formación, que, tras ganar no pocos adeptos por su lucha contra la Legión, es parte de ese Ejecutivo nacionalista.
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