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28 televisores para dos ojos

Vicente G. Olaya

, En el centro emisor de Navacerrada se trabaja 24 horas al día, todos los días del año. En sus pasillos, salas y exteriores siempre hay actividad. La sala de control, una habitación donde se concentran todos los sistemas de control y comunicaciones, siempre hay un técnico de vigilancia. Su trabajo consiste en supervisar 28 monitores de televisión, cuatro emisoras de radio y multitud de enlaces radioeléctricos. Todo está lleno de lucecitas rojas que se apagan y encienden, monitores y teclados de ordenador.

José Antonio Arróniz era la persona que el pasado martes estaba al frente de esta sala. "Me gusta este trabajo, pero es agotador. Debes estar siempre vigilando todo. Eres el responsable de arreglar y solucionar cualquier anomalía. He pedido en tres ocasiones el traslado y nunca me lo han concedido", dice este técnico, que trabaja un día y libra seis.

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Mucho menos libran los siete agentes de la Guardia Civil que vigilan el centro. Sólo descansan dos días por cada jornada trabajada en estos fríos parajes. Enfundados en cazadoras, pellizas y guantes, recorren el perímetro de las instalaciones. Todos pertenecen a la denominada Reserva Activa dela Guardia Civil: agentes con mucha experiencia y entre 50 y 56 años.

Fulgencio, uno de estos guardias, comentó: "Pidieron voluntarios de la reserva para este puesto y nos presentamos. Estamos bien, pero a veces un poco solos. Lo del frío es horroroso, pero es nuestro trabajo".

Francisco, otro agente, reconoce que lo que peor soporta es "estar alejado de la familia en estas fechas". Casado y con tres hijos, pasó la Nochebuena vigilando la estación.

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De vez en cuando, algunos extraños se acercan a este centro emisor. "Ahora tenemos un zorro que viene todas las noches a la puerta para que le demos de comer. Le hemos puesto Sole, por aquello de que es solitario", afirma Francisco.

María José Sierra es una de las tres guardesas que se turnan a lo largo del mes para hacer la comida a los empleados, cuidar y limpiar el centro. Hace unos días contó cúal era su labor: "Tengo que limpiarlo todo y estoy sola. Aquí las escaleras y las salas son enormes. De todas formas, el trabajo está bien, porque te permite tener muchos días libres para hacer ganchillo, estudiar o coser [trabaja 10 días y libra 20]. Pero tiene sus inconvenientes: el ruido del viento y de los aparatos es horroroso. Duermo con tapones y me he puesto unos muñequitos junto a la cama para que me hagan un poco de compañía. Las navidades son un poco tristes. Una nochebuena, de la pena, me puse a fregar la cocina", dice.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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