La derecha turca busca una gran coalición para que los islamistas no lleguen al Gobierno
La formación del nuevo Gobierno turco tras las elecciones del pasado domingo -de las que no salió un claro vencedor, aunque el partido más votado fue el islamista Partido del Bienestar (RP)- parece tan difícil que ya se habla de nuevos comicios anticipados. La presión sobre las dos formaciones de derecha -el Partido de la Recta Vía (DYP) y el de la Madre Patria (ANAP)- para que lleguen a un compromiso es enorme.En medios políticos y financieros turcos no se quiere un Gobierno islamista, aunque incluso éste tendría que ser de coalición. El líder del RP, Necmettin Erbakan, aseguró ayer en una conferencia de prensa que está dispuesto a unirse a "cualquier partido" del espectro parlamentario para gobernar y pidió a las otras fuerzas que "dejen de pelearse y se esfuercen en rendir el mejor servicio al pueblo". Pero nadie quiere unirse a los parlamentarios islamistas.
Los mercados financieros han sido los primeros en acusar el periodo de inestabilidad política que Turquía tiene ante sí. La bolsa de Estambul ha sufrido una fuerte caía y la lira se ha depreciado. La declaración de Erbakan en la que pidió la suspensión de las transacciones en divisas hasta la fóormación del nuevo Gobierno añadió más leña al fuego de quienes temen que los islamistas puedan suponerla vuelta atrás del espinoso camino recorrido por Turquía en estos 70 años para integrarse en el mundo. occidental.
Reconciliación
Erbakan, de 69 años, reiteró ayer su derecho a ser el nuevo primer ministro, pidió a los líderes de los demás partidos apoyo para formar la coalición gubernamental y afirmó que había llegado "la hora de la reconciliación". Hasta el momento, los dirigentes de los cuatro partidos laicos que estarán representados en el Parlamento, junto con el RP, se han, negado a cualquier entendimiento con los islamistas. No se puede descartar totalmente, sin embargo, que, si finalmente esas fuerzas no logran un entendimiento entre ellas, el conservador ANAP trate de romper el bloqueo institucional acercándose al RP.
Aunque durante la campaña electoral Erbakan aseguró que retiraría a Turquía de la unión aduanera con Europa para crear el mercado común musulmán, ya ha dado a entender que no sacará al país de ninguna de sus instituciones internacionales y que cumplirá con los compromisos exteriores del país, si bien renegociará algunos de ellos. Hasta el momento, los islamistas han actuado de forma muy moderada en los ayuntamientos ole las grandes ciudades, como Ankara y Estambul, que gobiernan desde marzo de 1994. Quienes temían que fuese el fin de bares, discotecas y casinos y la ruina del turismo han descubierto que todo sigue abierto y que en estos dos últimos años ha habido más turistas que antes de que llegaran al poder local.
Analistas, periodistas y expertos buscan a la desesperada cual sería la f'órmula para lograr un Gobierno estable, que funcione y que tenga fuerza para encarar los graves problemas que atraviesa la nación: el conflicto del Kurdistán, en el sureste del país, y la crisis económica. Los más pesimistas señalan que no será posible alcanzarlo con el Parlamento salido de las elecciones del domingo y que, tras el fracaso en la formación de la coalición, el presidente Suleimán Demirel, correligionario de Çiller, se verá obligado a volver a convocar a las urnas dentro de cinco meses.
Un cierto optimismo, sin embargo, se desprende de que tanto la primera ministra en funciones como el dirigente del ANAP han dejado una puerta abierta al entendimiento que la mayoría del país les pide.
Los conflictos ideológicos y personales entre Yilmaz, de 48 años, y Çiller, de 49, han provocado una enconada campaña electoral en la que se han desprestigiado e insultado recíprocamente. De hecho, los ataques de YiImaz durante un debate televisivo llegaron a molestar a muchas mujeres turcas, y en medios periodísticos se asegura que la desmesura de la crítica le valió al líder del ANAP la pérdida de un considerable número de votos femeninos.
La rivalidad entre los dos partidos conservadores es intensa, pero ni tan siquiera una coalición de la derecha laica bastaría para gobernar. Ambos tendrían que recurrir a uno de los dos partidos socialdemócratas: el de Deniz Baikal, que forma parte del actual gobierno de coalición, o el de Bülent Ecevit.
Una de las posibilidades que se baraja es que sea este veterano político el que encabeze el nuevo Gabinete. Ecevit, de 70 años, es el diputado de más edad del nuevo Parlamento, por lo que presidirá la primera sesión de la Cámara, prevista para el 8 o el 9 de enero.
Mensaje del electorado
Dos veces primer ministro y una tercera en que no obtuvo el respaldo del Parlamento, Bülent Ecevit admite que el electorado "ha mostrado claramente su voluntad de mantener los principios laicos" de Turquía y, "conceder prácticamente igual número de votos al ANAP (19,66%) y al DYP (19,2%), ha enviado a los líderes de ambos partidos el mensaje de que quiere un anayol, es decir, la unión de la derecha. Según Ecevit, no hay que contar tanto el 21,32% de los islamistas como casi el 80% del electorado en contra de ellos. .La búsqueda de un independiente para presidir el Gobierno o una jefatura alterna en el Ejecutivo entre Çiller y Yilmaz son otras de las tantas cartas que se barajan. En cualquier caso, nadie concede al nuevo Gobierno muchas posibilidades de llegar hasta el fin de la legislatura, en el año 2000.
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