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Arafat proclama que Belén es "el portal del Estado palestino"

, En 30 años, Yasir Arafat jamás había estado tan cerca de Jerusalén como ayer. Desde el techo de la basílica de la Natividad de Belén, el líder palestino pudo ver con las últimas luces de la tarde la torre del hotel Holiday Inn y las colonias judías de los alrededores de la Ciudad Santa. A sus pies, apretujados en la plaza del Pesebre, miles de palestinos coreaban su nombre agitando pañuelos y banderas. Con la voz quebrada por la emoción, Arafat proclamó: "Belén es el portal de nuestro Estado". Y prometió solemnemente que algún día rezará en la mezquita de Al Aqsa y en la basílica del Santo Sepulcro.

Arafat vio realizado su sueño de inaugurar las celebraciones navideñas en Belén del brazo de su esposa Suha y de su hija de cinco meses Zahwa. Su triunfal retorno tras la retirada israelí hace dos días ofreció el marco ideal para lo que las autoridades de la ciudad han definido como una de las fiestas más importantes de su milenaria historia. El ex guerrillero transformado en pacifista aprovechó la ocasión para reiterar su reivindicación sobre Jerusalén. "Vengo a la ciudad cuna de Jesús como un mensajero de paz", dijo; "esta tierra es desde hoy libre. Mañana lo será Ramala, y luego Hebrón. Después podremos orar en la mezquita de Al Aqsa, así como en él Santo Sepulcro. Hermanos míos: estamos en el umbral de una etapa histórica, y Belén es el portal de nuestro Estado".Arafat llegó en uno de los tres helicópteros que despegaron de Gaza y aterrizaron en la aldea vecina de Beit Sahour. Aproximándose, como los Reyes Magos, desde las rosadas colinas de oriente. Apenas puso pie en tierra, se elevaron tres gigantescos racimos de globos multicolores, a los que la fría brisa empujó en dirección de Jerusalén. No hubo un solo disparo de festejo, pero el clamor de millares y millares de palestinos retumbó: "¡Oh, Abu Ammar, con nuestra sangre, con nuestras almas redimiremos Palestina!".

Los sacristanes de las tres iglesias cristianas echaron las campanas al vuelo hasta que Arafat se instaló en la plataforma improvisada sobre el techo de la iglesia armenia. Su mano derecha saludó a la plaza con el signo de la victoria. A su izquierda, alguien había colocado una maqueta de la mezquita de Al Aqsa y el Domo de la Roca, los santuarios islámicos de Jerusalén, que Arafat no había visto desde su azarosa juventud. Pero Abu Ammar, en uno de sus momentos mas gloriosos, se permitió ayer el lujo de echar una larga ojeada a todo Jerusalén desde su helicóptero mientras volaba sobre Belén.

En su discurso de 15 minutos, Arafat hizo hincapié en la urgencia de mantener la unidad con vistas a las elecciones palestinas previstas para el 20 de enero. [Arafat disolvió anoche en Belén su Gobierno provisional, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), para preparar los comicios. Nueve de sus 24 miembros han dimitido ya, informa la agencia Reuter]. "Nuestro objetivo está cerca, cerca, cerca", dijo Arafat, refiriéndose a la creación de un Estado palestino independiente, "pero lo primero que debemos hacer es permanecer unidos como lo estuvimos a lo largo de nuestra larga lucha y unidos por el dolor de nuestros mártires".

Arafat tuvo que realizar verdaderos actos de malabarismo protocolario a fin de no despertar suceptibilidades entre los musulmanes y los cristianos de Belén. De hecho, apareció escoltado por representantes de las tres denominaciones cristianas y los jeques de la vecina mezquita de Omar, desde donde colgaba una enorme bandera palestina. Esta noche, el líder palestino se propone asistir a la misa del gallo como anfitrión de una numerosa comitiva de dignatarios palestinos y extranjeros. Que se sepa, no asistirá ningún delegado oficial israelí.

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