La familia Aldaya ha enviado dinero a ETA, según afirman fuentes de la investigación
, Los familiares de José María Aldaya han en viado a ETA varias decenas de millones de pesetas como pago del rescate del empresario guipuzcoano, según han indicado fuentes de la investigación. La suma, inferior a los 50 millones, constituye el primer pago que se efectúa durante los siete largos meses de secuestro. No existe confirmación alguna de que el dinero, enviado a ETA por medio de una compleja red de intermediarios haya llegado efectivamente a manos de la organización terrorista. Tampoco existe la seguridad de que la suma sea considerada por ETA suficiente para poner a su rehén en libertad.
Esa posibilidad, que, según las mismas fuentes, no cuenta con garantía alguna, ha alimentado la esperanza de la familia Aldaya de recobrar al empresario en las fechas navideñas.Estos datos no han podido ser contrastados con portavoces autorizados de la familia Aldaya. Según las fuentes consultadas, los primeros pasos en la intermediación con ETA fueron dados, a petición expresa de la familia Aldaya, por Jonan Fernández, el portavoz de Elkarri, movimiento social para el diálogo y el acuerdo surgido de las filas de HB.
Sus gestiones resultaron infructuosas y la familia recurrió entonces a la mediación de Juan José Echabe, un antiguo activista de los primeros tiempos de ETA que ha intervenido en frustrados intentos negociadores llevados a cabo en el pasado.
El portavoz de Elkarri ha negado, sin embargo, haber efectuado labores de intermediación en el secuestro. Jonan Fernández admite haber visitado en tres o cuatro ocasiones a la familia Aldaya. "Fui a casa de los Aldaya por primera vez a los 15 o 20 días del secuestro, movido por razones puramente humanitarias. Después, fui convocado varias veces por la familia, que estaba interesada en conocer la opinión de Elkarri sobre el sentido del secuestro", indica Jonan Fernández.
Error de cálculo
En las primeras semanas del secuestro, la familia del industrial fió sus esperanzas a la posibilidad de que ETA reconociera que se había equivocado al atribuir a José María Aldaya una fortuna inexistente. Estaba convencida de que al comprobar su error, ETA pondría rápidamente en libertad a su rehén. A ese momento corresponde la decisión de los trabajadores de Alditrans de hacer público el balance de la empresa. Se trataba de acreditar lo erróneo del dato de que los Aldaya manejaban cifras de hasta mil millones, una información que presuntamente fue facilitado a ETA por un antiguo empleado eventual de Alditrans que fue detenido como colaborador de la banda terrorista.
La familia Aldaya confió entonces en que la movilización y la presión de los partidos democráticos forzara a ETA a reconocer el error y a liberar al cautivo. Desde los primeros contactos, sin embargo, ETA dio muestras de que no tenía prisa alguna en resolver el secuestro y de que la obtención del rescate no era, en este caso, su móvil exclusivo.
Fuentes del entorno familiar de los Aldayya apuntan incluso que en el primero de los contactos los interlocutores de la organización terrorista no llegaron siquiera a referirse al monto fijado para el rescate.
El propio comunicado de reivindicación, el único en el que ETA ha aludido a Aldaya, parece más que nada una advertencia expresa a las víctimas del chantaje económico conocido como "impuesto revolucionario" para que saquen consecuencias a partir de la situación de José María Aldaya. La familia del secuestrado llegó a pensar entonces que el móvil de ETA en el secuestro era exclusivamente político, una acción dirigida a tensionar la situación y a presionar en un posible diálogo, de forma que la liberación del secuestrado sería una baza a jugar en una hipotética negociación.
A la vista de las circunstancias, y constatado que las fuerzas de seguridad no han podido llegar hasta los secuestradores pese a haber utilizado desde los servicios de un vidente hasta los sofisticados sistemas de detección aérea de los puntos de calor para escrutar cuevas y zonas deshabitadas, los Aldaya parecen haber terminado por aceptar que sólo la entrega de dinero a ETA podrá devolverle al secuestrado la libertad.
José María Aldaya, de 54 años, padre de tres hijos fue secuestrado por ETA el 8 de mayo pasado cuando regresaba por la noche a su domicilio en Hondarribia (Guipúzcoa). Desde esa fecha, los trabajadores de Alditrans y los movimientos pacifistas vascos han llevado a cabo un centenar largo de movilizaciones exigiendo su liberación. El dueño de Alditrans trabajó de camionero durante muchos años antes de crear una pequeña empresa familiar en Oiartzun (Guipúzoca) que cuenta con una plantilla de 13 trabajadores.
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