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Las Ligas europeas se colocan bajo el paraguas de la UEFA para no aplicar la "sentencia Bosman"

, "Lo que hagan los ingleses es cosa suya. Tendrán que asumir su propia responsabilidad". La reacción entrecomillada, respuesta de la federación italiana a la decisión de la Liga inglesa de levantar las restricciones a los jugadores comunitarios, equivale a las que se podrían escuchar por toda Europa. El paraguas de la UEFA, que el viernes solicitó a sus federaciones asociadas no dejarse vencer por el pánico, sigue resguardando a una serie de organismos rebeldes a los dictados de la Unión Europea. Sólo Francia y Alemania han convocado para primeros de enero a una comisión de expertos. Las demás se acogen a un sentido patrimonial de las competiciones para no cambiar nada hasta que no tengan más remedio.

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Una provocación por parte de algún club sería el detonante que pusiera en cuestión la tregua artificial que se ha instalado en el fútbol europeo. En Inglaterra, ha sido el Manchester City quien ha forzado a su Liga, en el resto de las 17 federaciones nacionales de los 15 países de la UE, las patronales y las federaciones están tranquilas por ahora: ningún presidente les ha pedido permiso para alinear a más de tres extranjeros incluyendo a algún comunitario entre ellos.El manto bajo el que se acogen todos es el de la injusticia que supondría cambiar las reglas de una competición ya iniciada -algo que, por ahora, no ha supuesto un grave trauma en la Liga inglesa-, pero por debajo se adivina un intento de mantener la idea, ya fomentada por el propio Comité Olímpico Internacional, de que los asuntos del deporte no corresponde llevarlos más que a la gente del deporte, un mundo aparte no sometido a las leyes humanas. De hecho, ni han pestañeado ante las amenazas explícitas de la Comisión Europea para que aplicaran la sentencia del caso Bosman.

Contradicciones

La propia presión de los jugadores sería otra forma de forzar a los dirigentes deportivos. Sin embargo, pocos sindicatos de futbolistas han actuado hasta el momento. Sus razones tienen: la sentencia del caso Bosman es para ellos agridulce. Les viene de perlas el fin de los derechos de traspaso, lo que les da libertad para negociar sus movimientos, pero la otra parte de la sentencia -la libertad de trabajo de todos los futbolistas comunitarios- consideran que les perjudica.

En Inglaterra sólo se ha aplicado la mitad de la sentencia, la perjudicial para los futbolistas. "Vamos a sufrir una inundación de jugadores comunitarios baratos y eso va a frenar la eclosión de jóvenes talentos", declaraba Gordon Taylor, presidente del sindicato inglés de futbolistas, quien solicitó que se aplicara inmediatáménte el fin de los derechos de traspasos. "Voy a aconsejar a todos los jugadores afiliados que se encuentren a final de contrato que se marchen a otro club sin ningún problema".

Esta figura, sin embargo, también parece tener los días contados en Inglaterra. Los primeros días de enero se reunirá el comité de expertos que estudia el caso, del jugador islandés Orgilvsson, que terminó su contrato con el Stoke. El Oldham lo ha contratado y ha solicitado a la Liga un dictamen sobre si debe pagar algún derecho de traspaso a su antiguo club. Ala luz de lo sucedido con la petición del Manchester City para alinear cuatro extranjeros no parece probable que la Liga inglesa se niegue a conceder ese derecho al jugador islandés.

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