Woody Allen se resigna a que sus películas se identifiquen con episodios de su vida privada
El actor y director neoyorquino presenta en Londres su comedia 'Mighty Aphrodite'
Woody Allen parece tan frágil e inocente como los personajes que interpreta en sus recientes comedias. Lo achaca a la edad -acaba de cumplir 60 años- y a una separación sentimental turbulenta reciente de la actriz Mia Farrow, que, seguida por uno de los juicios más sonados de la década, ha provocado la publicación de detalles muy íntimos sobre su vida privada. Pero en el plano profesional sigue gestando ideas a un ritmo vertiginoso, y, para el futuro, tan sólo desea encontrar a un actor capaz de ejecutar sus papeles para centrarse en la dirección de sus proyectos cinematográficos.
El director neoyorquino acaba de rodar en Venecia y París las últimas secuencias de su primer musical con Julia Roberts, Drew Barrymore y Tim Roth, entre otros profesionales. Un experimento que le aleja de sus tradicionales comedias y que, de dar buenos resultados, lo repetirá con música y letras originales. "Quería hacer algo distinto, porque con el cambio de estilo me siento mucho más fresco. Nunca he sufrido un bloqueo artístico, ni tengo miedo a agotar mis ideas. Es más, ya estoy esbozando en cajas de cerillas y servilletas de papel sugerencias para mi próxima película. Tan sólo me preocupa no tener tiempo en la vida para desarrollar todas las ideas que se me ocurren", explica este tierno ancianito. Esta semana, Woody Allen pasó dos jornadas en Londres promocionando su última comedia, Mighty Aphrodite, que escribió, dirigió e interpreta junto a Helena Bonham Carter. "Actuando en mis películas controlo más el trabajo. Pero preferiría contratar a otro actor y centrarme en la dirección. Actuar es un fastidio: tengo que memorizar los diálogos, cambiar de vestuario, afeitarme todos los días y cortarme el pelo cada dos semanas. Si Dustin Hoffman quisiera interpretar mi papel sin cobrar mucho dinero, preferiría que él lo hiciera antes que yo", explica. El nombre de este actor salta sin vacilación de igual forma que, al pasar revista a su producción, el director menciona repetidamente a dos ex compañeras de cama y pantalla, Diane Keaton y Mia Farrow. "Me gusta improvisar y quitarme del medio para que el resto de los actores pueda contribuir libremente. Les dejo que inventen diálogos, siempre que se mantengan en los límites de la verdad y respeten la idea. No me gusta imponer porque, de hacerlo, los artistas con carisma y gran intuición se convierten en robots. En las comedias, es preciso tener un buen sentido del ritmo. Pero he trabajado con gente muy buena, como Diane Keaton y Mia Farrow, una actriz muy perspicaz", describe en el hotel Dorchester, frente a Hyde Park. Keaton se ha apuntado al equipo de Woody Allen en la reciente comedia Manhattan murder mistery. Una colaboración que Mia Farrow renunció al descubrir el romance entre su entonces compañero y su hija adoptiva Soon-Yi. "Tenemos dificultades personales, pero disfruté mucho con nuestra relación profesional. Mia es una actriz maravillosa que contribuyó en gran medida en mis películas, tanto en los guiones como en la pantalla. Ya no lo podemos hacer, pero tampoco la echo de menos. Simplemente, trabajo con otra gente", insiste Allen. La ausencia de Mia Farrow no ha tenido un efecto negativo en su creación a juzgar por la buena acogida de las tres últimas comedias: Manhattan murder mistery, Bullets over Broadwa y Mighty Aphrodite. "No puedes construir una carrera legítima basada en una sola actriz, actor o director de fotografía. Desde un punto de vista optimista parece refrescante trabajar con gente nueva. No sé si esto es verdad porque yo soy pesimista por naturaleza, una cualidad hereditaria. Básicamente, soy muy escéptico, aunque en todo momento mantengo vivas las esperanzas", dice sobre su carácter y perspectivas de futuro. En una escena de Mighty Aphrodite, el personaje de Woody Allen insiste en que no desea adoptar niños. Su mujer le hace caso omiso y en pocos días se presenta en casa con un bebe. El director asegura que no pretende parodiar su propia experiencia, sino demostrar lo poco que le importan a esta mujer los sentimientos de su marido y resaltar el amor intenso que él siente por el pequeño. "Si la persona con la que salgo quiere tener hijos, me parece bien. Pero si no los desea, tampoco me importa" explica sobre sí mismo. Woody Allen insiste, como lo viene haciendo desde los años setenta, en que sus películas no son autobiográficas. "La gente me confunde con mis personajes. Siempre digo que me invento las historias, que son pura ficción. Pero ahora, desde que salí en los periódicos, es peor que nunca: piensan que el mínimo episodio de mi ficción se repite en mi vida", exclama un tanto resignado. Además de Mighty Aphrodite, Woody Allen ha escrito una obra de teatro, estrenada en Nueva York, y ha adaptado para televisión una vieja pieza dramática, Don't drink the water. Una actividad prolífica y necesaria para un autor que pierde el rumbo cuando no está ocupado. "Hay gente que nace con ciertas habilidades. Yo puedo escribir y, cuando termino una película, no sé hacer otra cosa. Paseo, voy al cine, visito a mis padres, veo un partido de baloncesto, pero al segundo día estoy ansioso por escribir de nuevo", asegura con su acento neoyorquino.
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