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Juppé propone reducir la jornada laboral para paliar la crisis social y económica en Francia

Enric González

La cumbre social francesa se convirtió ayer, una vez reunida, en una cumbre para el empleo. Alain Juppé pidió a sus interlocutores, sindicatos y empresarios, que fueran conscientes de la gravedad de la situación y se comprometieran a alcanzar acuerdos sobre la reducción de la jornada laboral y el empleo de los jóvenes, en un momento en que la economía da muestras de asfixia y el paro sube de nuevo. El primer ministro se negó a congelar los impuestos creados en los últimos meses, como le pedían algunos miembros de su propio Gobierno, pero dio su palabra, de que ya no habría más incrementos de la presión fiscal. Juppé parecía acorralado por el rápido empeoramiento de la coyuntura económica.

La reunión concluyó en la madrugada tras diez horas de discusión con dificultades para acordar un comunicado conjunto. Un portavoz sindical señaló que se había alcanzado un cierto consenso sobre medidas destinadas a fomentar el consumo, entre ellas, la ampliación de los préstamos sin interés para la compra de viviendas protegidas, pero costaba acercar posiciones en tomo a la reducción de la jornada laboral y la creación de empleo.Al abrir la cumbre, Juppé recordó que Francia vivía "un periodo de grandes dificultades" y que "una inquietud profunda había empujado incluso a quienes seguían trabajando a mostrar comprensión hacia huelguistas y manifestantes". Insistió en que el origen de todos los problemas estaba en el paro y que éste, ya muy alto (casi tres millones de personas en busca de empleo, otros dos millones definitivamente fuera del circuito laboral, unos 300.000 mendigos, uno de cada cuatro jóvenes sin trabajo), podía crecer en los próximos meses porque el crecimiento económico estaba "debilitándose".

Juppé reiteró que los ejes de la negociación abierta ayer debían ser tres: crecimiento económico empleo juvenil y reducción de la jornada laboral. Para paliar el paro de los jóvenes, pidió a los empresarios que se comprometieran a contratar 250.000 menores de 25 años en los próximos doce meses.

Los primeros intercambios reflejaron las enormes diferencias entre los interlocutores. Louis Viannet, el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT, procomunista) pidió que, para empezar, se retirara el plan de reforma de la Seguridad Social y que se negociara un incremento de los salarios, dos asuntos sobre los que Juppé no estaba dispuesto a hablar. Mientras tanto, decenas de miles de personas se manifestaban en apoyo de los sindicatos.La cumbre de Matignon reunió al jefe del Gobierno y 11 de sus ministros con delegaciones de los sindicatos reivinditativos Confederación General del Trabajo y Fuerza Obrera; de los sindicatos reformistas Confederación Francesa Democrática del Trabajo, Confederación General de Cuadros y Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos; y de las organizaciones empresariales Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas y Confederación Nacional de Patronos Franceses.La cumbre nació bajo la amenaza de que una inminente crisis económica se sumara a la crisis social, y por la sensación generalizada de que Juppé perdía el control de la situación. El primer ministro accedió al cargo con el empleo como prioridad, seis meses más tarde cambió esa prioridad por la de reducir los déficits, y un mes después afirmaba que lo primero era relanzar la economía. Demasiadas prioridades para un solo hombre.Los indicadores señalan con insistencia que la actividad económica está perdiendo impulso y que en 1996 volverá acrecer el desempleo en Francia. Se trata de una situación muy preocupante para Jacques Chirac, el gran ausente de la crisis, quien ganó la presidencia con la promesa de crear empleos. Los barones y diputados de la derecha, que en 1998 arriesgarán sus cargos y escaños en las urnas, muestran por su parte una creciente inquietud, y se prodigan las propuestas para relanzar la economía, contradictorias a veces con las del primer ministro.

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