El PP e IU califican la cena como una presión a los jueces

, Fue frugal. Pero de pesada digestión. Tal vez por eso la cena que militantes del PSOE celebraron el pasado lunes en homenaje al ex ministro de Interior José Barrionuevo no les ha sentado bien a todos. Y especialmente mal, al PP y a IU. En ambos partidos, sin haber cenado, el acto ha dejado un amargo regusto y una gran preocupación: que pueda ser un elemento de presión sobre los jueces que han de procesar a Barrionuevo.En las filas del PP, las descalificaciones más duras -"acto reaccionario", "censurable" - partieron del secretario general, Francisco Álvarez Cascos. Y si a él, en algún caso, le habían acusado de obviar la presunción de inocencia, ayer acusó al PSOE de lo contrario, de haberse convertido en "jurado popular y haber establecido un veredicto de inocencia". Una opinión que comparte casi al pie de la letra la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura. Su portavoz, Ángel Calderón, advirtió que el homenaje se ha convertido en "un juicio asambleario para dictar una sentencia absolutoria". El portavoz de Jueces para la Democracia está tranquilo, sin embargo. Cree que el juez Eduardo Móner es lo bastante maduro de carácter y profesión para no dejarse influir.

José María Aznar tiene miedo a que el acto pueda suponer una coacción sobre los jueces, pero sólo expresó ese temor y prefirió no enjuiciar las motivaciones personales de quienes habían compartido los calamares y la ternera de boda con Barrionuevo. Ayer, en una cena con militantes y simpatizantes en la localidad madrileña de Aranjuez, no resistió la tentación de comparar los dos ágapes para señalar que la ofrecida al ex ministro carecía de "ética y estética" y respondía "al atrincheramiento y bunkerización del PSOE y el Gobierno", informa Mercedes Santos.

Rosa Aguilar, portavoz parlamentaria de IU-IC, definió con un lapidario "Dios los cría y ellos se juntan" a los asistentes al homenaje. Para la diputada de IU, la cena fue una provocación, "un golpe más del Partido Socialista a la democracia".

Pero, según Joaquín Almunia, portavoz parlamentario de los socialistas, lo que les juntó fueron lazos de amistad y caríño". Porque, de acuerdo con sus palabras, la cena era para "expresar desde un punto de vista humano, la amistad y la solidaridad".

La cena no fue un banquete, pero se habló más de ella que de las bodas de Camacho. Xabier, Arzalluz, presidente del PNV, dijo ayer que el acto le da "vergüenza ajena" y aclaró: "No llego a decir, como algunos, que sea apología del terrorismo, pero huele a cierta culpabilidad colectiva". Y si él no hablaba de apología del terrorismo, si lo hacía también con matizaciones Iñaki Anasagasti, portavoz parlamentario del PNV, que aseguró que la cena era apología, bien es verdad que indirecta -puntualizó-, del terrorismo, "ya que indirectamente se apoyaba lo que hizo Barrionuevo".

Pero no. Cipriá Ciscar, secretario de Organización del PSOE, insistió en que había sido ''una cena de amigos". Eso lo entiende Joaquim Molins, portavoz parlamentario de CiU. No le gustó la convocatoria, pero sí comprende humanamente el homenaje a Barrionuevo.