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Tribuna
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'Alien'

Rosa Montero

Tengo la casi completa certidumbre de que los articulistas nunca convencemos a nadie con nuestros escritos, esto es, a nadie que no estuviera previamente convencido. Qué más quisiera yo que poder influir en la mentalidad del prójimo: me esforzaría por explicarles a los etarras, por ejemplo, por qué es una atrocidad lo que están haciendo. Intento entender a los terroristas, desentrañar cómo funcionan esos cerebros raros: si damos con la clave secreta de sus cabezas, tal vez podamos desactivar su afán de muerte. Pero no consigo ver nada.Y eso que ellos, los etarras, aún pueden ser colocados, mal que bien, en algún lugar de la antropología más extrema: son gentes que viven existencias anormales, a menudo clandestinas y muy aisladas; y en esa cerrazón, como en una secta, medra el fanatismo. No les comprendo, pero me caben de algún modo en la cabeza, como caben el dolor y la enfermedad y el horror sin palabras de las pesadillas.

Pero lo que ya me resulta inconcebible es la existencia de esos miles de ciudadanos que se regocijan con las matanzas y apoyan alegremente a los verdugos. Hablo de los más de 100.000 votantes de HB, de las muchedumbres que, pocas horas después de la carnicería de Vallecas, salieron a las calles donostiarras canturreando: "Contra la represión, coche bomba solución". Hablo de padres y madres de familia que se preocupan por el catarro del abuelo y compran helado al niño los domingos, y de jóvenes que lloran por la suerte de las ballenas espermáticas; hablo de unas personas que parecen talmente personas, pero que luego están a favor de la mutilación y la barbarie. Qué inmenso desconsuelo: me enloquece no poder entender el abismo que arrastran. Son para mi como el monstruo de Alien, criaturas ajenas e indescifrables que nos están devorando las entrañas.

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