Tren y metro funcionan ya en Francia
"Vamos a modificar la actual forma del movimiento". Tras este eufemismo no hay otra cosa que la voluntad de los ferroviarios de la Confederación General del Trabajo (CGT, comunista) de reemprender el trabajo después de valorar los "compromisos escritos" obtenidos del Gobierno, sobre todo porque garantizan "el mantenimiento del actual régimen de jubilaciones" y también porque "congelan el nuevo marco contractual entre la SNCF y el Estado y obligan a rediscutirlo desde cero".
Este retorno al trabajo es aún muy parcial. Ayer sólo funcionaron seis TGV (tren de alta velocidad) entre el aeropuerto de París y Lille, una veintena de trenes de cercanías en el Norte y algunas líneas regionales en el Este.Las tres semanas largas de huelga hacen que el tendido, eléctrico y de vías necesite una revisión minuciosa y el paso de convoyes a muy poca velocidad. Según los sindicatos y la propia dirección de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF), si la totalidad de la plantilla vota por la reincorporación antes de que acabe el día de hoy, no será hasta el martes por la noche cuando podrán entrar en servicio todas las líneas. En Correos, EDF-GDF (gas y electricidad) y France-Telecom (telefónica) el porcentaje de huelguistas era ayer ya muy bajo.
Muchos ferroviarios han votado el fin de la huelga. "Hemos obtenido satisfacción en los dos puntos centrales de nuestras reivindicaciones", alegan, pero anuncian que quieren participar "como ciudadanos individuales" en la lucha contra la reforma de la Seguridad Social. La actitud es idéntica entre los trabajadores del metro de París, que ayer hicieron funcionar, de manera intermitente, seis de las líneas de la capital casi siempre con los vagones medio vacíos debido a la desinformación de los ciudadanos.
Los dos sindicatos más combativos -CGT y Fuerza Obrera (FO)-, así como otras organizaciones, incluido el Partido Socialista, han convocado hoy a la ciudadanía a una nueva manifestación de protesta contra el llamado plan Juppé. Si un éxito excesivo de la misma -una movilización parecida, a la millonaria del pasado día 12- pone en peligro el retorno al trabajo, uno más modesto pudiera ser suficiente para forzar a Alain Juppé a una nueva reunión de urgencia con los líderes sindicales, que han criticado a Juppé por haber aplazado el encuentro hasta el jueves día 21: "Parece como si una huelga de tres semanas y varios millones de manifestantes no tuvieran ningún valor a los ojos del primer ministro", ha dicho Marc Blondel, líder de FO.
Para Jean Gandois; representante de la patronal, "no hay nada que discutir el día 21". Según él, la cumbre social debería programarse para mediados de enero, "con un orden del día muy preciso". Gandois considera que los problemas de la SNCF o los regímenes especiales de jubilación están resueltos y que "la reducción de la jornada o la semana laboral" o cualquier otra medida para crear empleo necesita de un estudio tranquilo.
El presidente del ferrocarril, primera víctima de la crisis
Mientras sigue la especulación sobre el futuro del primer ministro, Alain Juppé, ayer se produjo la primera víctima de las tres semanas de huelgas vividas en Francia: Jean Bergougnoux, el presidente de la SNCF, la compañía de ferrocarriles en el origen de la paralización del país. Bergougnoux. presentó la dimisión al ministro de Transportes "en este momento en que se dan los primeros indicios de la reanudación del tráfico ferroviario".Se trata de una dimisión cantada desde que el primer ministro escogió a Bergougnoux como chivo expiatorio de la crisis al culparle, a través de la televisión y de una intervención en el Parlamento, de "no haber sabido establecer puentes de diálogo en el interior de la SNCF". Lo cierto es que el presidente de la compañía pública se ha encontrado en el ojo del huracán sin ser ni el único ni el principal responsable del mismo ya que, cuando iba a discutirse el nuevo marco contractual, entre la SNCF y el Estado, el Gobierno planteó la reforma de la Seguridad Social y, dentro de ella, la de las condiciones de jubilación de los ferroviarios. Ambos factores hicieron explosiva la situación. Pero la explosión de malestar social hará rodar más cabezas. Juppé parece conservar la suya sólo porque su previsible sucesor, Philippe Séguin, prefiere que el primer ministro peche con la culminación, aunque sea parcial, de las reformas más impopulares. Charles Pasqua, Raymond Barre, Alain Madelin e incluso Édouard Balladur son nombres que suenan para ocupar el cargo.
Los sindicatos también pueden verse abocados a un cambio de protagonistas. Nicole Notat, de la renovadora CFDT, se ha enfrentado a sus bases al no criticar la totalidad del plan Juppé; Marc Blondel, de Fuerza Obrera, se ha lanzado por la peligrosa pendiente del maximalismo y la popularidad inmediata; sólo Louis Viannet, que se ha mantenido fiel a la tradición reivindicativa y de colaboración con el partido comunista, ha jugado una carta segura.
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