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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Defensa de los barrenderos

Me causa gran sorpresa e indignación que un periódico tan serio como éste quiera crear en la opinión pública la sensación de que el problema de la suciedad de las calles madrileñas es debida a la ineficacia de los barrenderos. Pues ésta es la conclusión que saco al ver publicados artículos como el firmado por el señor Joaquín Merino el día 28 de noviembre de 1995 y ver también publicadas al día siguiente las quejas telefónicas de una anónima vecina que carece de la más mínima educación.Barrenderos vagos e incompetentes seguro que hay algunos, pero no se puede medir por el mismo rasero a todo un colectivo que lo único que hace es realizar su trabajo según las órdenes que reciben de sus jefes directos. Estas órdenes son muy claras: realizar un determinado recorrido, generalmente imposible de limpiar correctamente al ser muy grande y estar completamente lleno de basura, en un determinado tiempo.

La conclusión que se puede sacar del párrafo anterior es muy sencilla: los madrileños tienen la ciudad que se merecen, pues constantemente están tirando porquería a la calle (papeles, cagadas de perro, etcétera). Si se te ocurre recriminar sus actos, inmediatamente empiezan a insultarte o te recuerdan que tu trabajo consiste en recoger la basura que ellos tiran, pues para eso se nos paga.

No quiero entrar a valorar por qué si los barrenderos están saturados de trabajo no se aumentan las plantillas de limpieza, pues esto es algo que sólo le compete a las empresas contratadas para realizar el servicio de limpieza y al propio Ayuntamiento, que es quien, en definitiva, paga el servicio. Tampoco quiero despedirme sin decirle al señor Merino que si su calle está limpia esto es debido a que se baldea y barre todos los días. Si no me cree, pregúntele a cualquier vecino al que sólo le barran su calle dos veces por semana y no se la baldeen nada más que una vez por semana. Sin nada más que decir, se despide un barrendero ofendido.-

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