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Y las musas,al fin, bajaron al teatro

Han transcurrido casi cinco meses desde que el entonces candidato a presidente de la Comunidad de Madrid anunciara a los cuatro vientos su "Gobierno de los mejores". Cinco meses en los que los socialistas hemos mantenido una actitud de oposición a la expectativa y, a la vez, responsable. De algún modo, ha sido un paréntesis.Sin embargo, ahora estamos ante un momento político clave: el debate de los Presupuestos de la Comunidad para 1996. Es ahí donde las declaraciones y los programas han de tener su correspondencia en los hechos. Es ahí donde se define "de verdad" la naturaleza y la orientación de una política. Digamos, parafraseando a Gallardón, que "es el momento en que la musas han de bajar al teatro" o, en otras palabras, en que el acto de predicar se convierta en el acto de dar trigo.

¿Cuáles fueron las promesas electorales del PP en materia de Presupuestos? En lo esencial, su mensaje consistió en "menos deuda, menos gaste, corriente y más inversiones", además de la promesa de reducir la carga impositiva sobre los madrileños. Un mensaje que, a lo largo de la última década, sus distintos portavoces han reiterado por activa y por pasiva. ¿Cómo se manifiesta esa política en el presupuesto del 96? Precisamente en la dirección contraria: "Más deuda, mas gasto corriente y menos inversiones".

El primer rasgo a considerar es que el Gobierno del PP va a disponer, globalmente, de más recursos que cualquier Gobierno de los anteriores. Va a contar con casi 560.000 millones de pesetas, lo que supone un incremento de cerca de 150.000 -millones" respecto al ejercicio de 1995. Si tenemos en cuenta que los ingresos no financieros pueden crecer en algo más de 128.000 millones y el coste de las nuevas transferencias está evaluado en 80.000 millones, esta diferencia cercana a los 48.000 millones de pesetas debiera de orientarse a aumentar las inversiones reales o a reducir la deuda de la Comunidad. Ninguna de las dos cosas se produce.

No se lleva a cabo la reducción prometida de la deuda, sino un "más que notable crecimiento de ésta": la Comunidad de Madrid y sus organismos autónomos, con el PP, se endeudarán en 61.000 millones de pesetas, es decir, un 42% más que en el ejercicio del 95. Si tenemos en cuenta que el promedio de endeudamiento de los Gobiernos socialistas era de 30.000 millones, el Gobierno del PP, en un solo año, duplicará con creces esa media".

Según prometió el entonces candidato a presidente por el PP, el total del ahorro en operaciones corrientes se constituiría en la "aportación de la Comunidad de Madrid al plan de choque contra el paro''. No parece que la política que se deriva del presupuesto vaya en esa dirección. Y eso es aún más preocupante si tenemos en cuenta la negativa evolución de las cifras de la encuestas de población activa de los meses de septiembre y octubre en lo que se refiere a Madrid, donde el paro se ha incrementado.

Estamos, por tanto, ante una suma de incumplimientos que hablan a las claras de la escasa solidez del programa electoral del Partido Popular y de la facilidad con que, una vez asumidas responsabilidades de Gobierno, los propuestos se convierten en papel mojado. Se trata de unos presupuestos que no sólo no van a mejorar la calidad de vida de los madrileños, ni a crear las condiciones para un rápido. crecimiento del empleo, sino que alejan a Madrid de una política de convergencia "real" con Europa.

Es obvio que las musas del señor Ruiz-Gallardón ya han bajado al escenario y se disponen a actuar. Lo lamentable es que han puesto a interpretar una "obra contraria -los gastos corrientes crecen, el endeudamiento también y la inversión disminuye- a la que se anunciaba en la cartelera". Una obra, en definitiva, muy poco recomendable para los madrileños.

Jaime Lissavetzky es portavoz del Grupo Parlamentario Socialista y secretario general de la Federación Socialista Madrileña.

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