El Deportivo regresa a la crisis
El Zaragoza gana en La Coruña con diez hombres
El enfermo era el Deportivo. Los diagnósticos previos informaban de un Zaragoza comatoso y un Deportivo que ya empezaba a salir de paseo tras una larga temporada a la sombra del hospital. Pero la salud futbolística se mide cada semana. Ayer, los coruñeses regresaron al sanatorio, en un partido que demostró que les han abandonado simultáneamente la magia y la fortuna: el perfil más bien bajo de su fútbol contra el Zaragoza no mereció un bebedizo tan amargo como la derrota. Porque los aragoneses completaron una asombrosa estadística atacante. Tres veces pisaron el área en toda la tarde y en las tres encontraron el camino de la red, con la notable ayuda de una defensa local insólitamente obsequiosa. Eso, y el haber resistido el chaparrón en inferioridad numérica durante más de una hora, fue el mayor mérito del Zaragoza.Tras cuatro meses en La Coruña, John Toshack se parece cada día más a un devoto trotskista. Tal vez sea por su procedencia de una de las zonas obreras del Reino Unido o por cualquier otra inextricable razón futbolística, lo cierto es que el galés levanta cada jornada una bandera con la vieja consigna de la revolución permanente. Explicar las variantes tácticas del encuentro de ayer sería asunto para un voluminoso tratado. Baste decir, a modo de atajo, que Manjarín jugó sucesivamente de delantero centro, carrilero derecho e interior izquierdo. En medio de esta noria de cambios, el Deportivo volvió a parecer como engullido por una empanada mental de serias proporciones. Por lo demás, el espíritu revolucionario de Toshack también aportó la novedad positiva del descubrimiento de David, un chaval de 19 años, rápido y vigoroso, con todo el descaro de la nueva generación, que hizo temblar de miedo al Zaragoza en la segunda parte mediante dos obuses que pudieron cambiar el curso del partido.
El Deportivo entregó el encuentro en el primer cuarto de hora con una candidez digna de mejores causas. Al Zaragoza le llovieron dos goles del cielo literalmente. Sin embargo, la esperanza se abrió otra vez para los gallegos antes del descanso. Aun en sus peores momentos, el Deportivo sigue siendo un equipo de carácter. Se fue hacia arriba y encontró un penalti que envió además a Belsué a la caseta por despejar el balón con la mano. La tarde aún no estaba cerrada.
La segunda parte fue un partido de pelota vasca, con el Deportivo más vigoroso que inspirado, chocando una y otra vez contra la pared y contra un Juanmi muy solvente en todas las situaciones. Pero en su único contraataque, el Zaragoza volvió a encontrar el gol que ultimó a los blanquiazules.
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