El Gobierno francés busca una "cumbre social" para acabar con las huelgas
La negociación empieza a tomar forma en Francia, pero los dos líderes sindicales más significados de la revuelta social, Marc Blondel y Louis Viannet, exigen un auténtico pacto social. Ambos plantearon ayer la exigencia de tratar de forma "directa y global" con el primer ministro, Alain Juppé. Fue el mensaje que ambos transmitieron, por separado, al ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jacques Barrot. El Gobierno, por su parte, aceptó estudiar la posibilidad de una "cumbre social".
Los contactos mantenidos ayer confirmaron la voluntad de apaciguamiento por parte gubernamental y un cierto ánimo de victoria por parte de los principales sindicatos, mientras el movimiento huelguista seguía adelante.Los sindicatos parecen sentir la victoria al alcance de los dedos. La victoria es, para la Confederación General del Trabajo (CGT) y para Fuerza Obrera (FO), que Alain Juppé se siente directamente a hablar con Louis Viannet y Marc Blondel. Ambos líderes han retirado la exigencia de que los planes de reforma de la protección social sean retirados antes de empezar a hablar, y plantean en primer término que sea el propio jefe del Gobierno quien asuma la responsabilidad de una negociación política. Para Juppé, que desde el principio rechazó toda posibilidad de negociar el plan, se trata de una exigencia muy difícil de asumir. Lo que piden Viannet y Blondel se parece mucho a los acuerdos de Grenelle, que pusieron fin al conflicto de Mayo de 1968 y constituyeron un éxito para los sindicatos.
El Gobierno siguió cediendo con cautela y dando muestras de flexibilidad. El portavoz de Juppé, Alain Lamassoure, utilizó por primera vez la palabra "negociación", aunque limitándola al método de aplicación de la reforma. El superministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jacques Barrot, pasó a su vez todo el día de ayer recibiendo a líderes sindicales.
El sindicalista moderado Alain Deleu afirmó, tras su entrevista con Barrot, que éste se había comprometido a abogar ante Juppé en favor de una "cumbre social" que permitiera desbloquear la situación. Jean Marie Spaeth, representante de la reformista Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), declaró por su parte que Barrot se había mostrado "muy abierto sobre el contenido de la reforma".
Acuerdo global
Pero los dirigentes de FO y CGT, Blondel y Viannet, acudieron al despacho del ministro sólo para comunicarle que no le consideraban el interlocutor adecuado, y que la crisis debía ser resuelta directamente con el primer ministro. "Es imposible abordar las cuestiones sectoriales sin pactar antes un marco general", dijo Marc Blondel tras su conversación con Barrot. "El conflicto", siguió, "ha sumado reivindicaciones conforme se ha extendido y expresa un sentimiento general de hartazgo ante él desempleo y la marcha general del país, por lo que su resolución requiere un acuerdo global". Barrot se reunió por la noche con Alain Juppé para hacer balance de la jornada, y hoy se reunirá en Matignon el "Gabinete de crisis".
No hubo avances en las mesas de negociación creadas para los conflicto; específicos de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) y de Carbones de Francia. El mediador para los ferroviarios, Jean Mattéoli, se reunió de nuevo ayer por la tarde con una comisión intersindical sin conseguir que se aproximaran las posturas de la dirección y los sindicatos. El representante de la CGT estimó que la actitud conciliadora del Gobierno era una muestra de debilidad y que "con un poco más de presión" se lograría el objetivo de "una negociación global". Por tanto, la orden de continuar la huelga era una consecuencia lógica.
En Carbones de Francia donde el conflicto desembocó el jueves y el viernes en violentos choques entre huelguistas y policías, con el resultado de más de 50 heridos, cuatro de ellos graves, tampoco hubo progresos. Los 15.400 trabajadores de la factoría de Freyming-Merlebach (Lorena, noreste de Francia) exigen un aumento salarial del 2,5% y el mantenimiento de su régimen de pensiones.
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