La carta de Salinas destapa una 'guerra de familias' en la política mexicana
El ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari ha destapado la caja de los truenos. La andanada lanzada contra otro ex presidente, Luis Echeverría, y ciertos grupos políticos, a los que acusa de conspirar contra el modelo aperturista impulsado durante su sexenio para recuperar sus parcelas de poder, ha generado una nueva tormenta que esta vez sacude los entretelones de la clase política.Salinas ha querido dejar de ser el villano favorito y con ello el país asiste atónito a una especie de lucha de titanes que deja en evidencia el grado de descomposición al que ha llegado el anquilosado sistema.
En su carta abierta del domingo, Carlos Salinas se mostró contundente: los ataques que sufre desde que dejó la presidencia van más allá de la crítica razonada a su gestión; es la prolongación de una campaña desestabilizadora que se inició en 1994, último año de su mandato, por parte de aquellos sectores que vieron en las reformas políticas y económicas de su Gobierno una amenaza a sus intereses.
En este contexto inserta el ex presidente el asesinato de su sucesor, el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucicinal (PRI), Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994. Salinas centra su contrataque en un político de la vieja guardia, Luis Echeverría, presidente de México entre 1970 y 1976.
"Patadas de abogado"
Los afectados fueron reaccionando ayer paulatinamente. En otro comunicado de cinco líneas, Echeverría aseguraba que él no coordinaba ni a sus nietos. Sus antiguos colaboradores Ignacio Qvalle y Augusto Gómez Villanueva (diputados del PRI), Adolfo Aguilar Ziner (diputado independiente) y Porfirio Muñoz Ledo (presidente del opositor Partido de la Revolución Democrática y ex presidente del PRI), citados todos ellos por Salinas, reaccionaban en el mismo sentido: "Patadas de ahogado", "argumentaciones fantasiosas" o "hipótesis descabelladas" son algunas de las expresiones empleadas.
En realidad, Carlos Salinas ha sacado a la luz algo que ya se estaba observando desde hace tiempo: la lucha sorda entre los diferentes sectores del poder, desatada por el proceso de desmantelamiento del régimen de partido de Estado asentado en México desde 1929. Esta guerra en opinión de algunos analistas, amenaza con maniatar al actual presidente, Ernesto Zedillo, comprometido con la democratización pero carente de los apoyos necesarios para llevarla adeIante.
Queda ahora por ver hasta dónde llega el huracán desatado por Salinas que, en opinión del historiador Enrique Krauze, pone de manifiesto que el "sistema político mexicano es una mafia en la que nadie es inocente". El ex presidente obviamente, se guarda otros nombres para mejor ocasión.
La clase empresarial mexicana ha pedido que se siga el hilo de la madeja para poner fin a la inestabilidad política. Krauze, por su parte, se muestra optimista: el destape de las alcantarillas facilitará la transición democrática.
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