Celebraciones peligrosas
Aires de 'derbi'. A vista de España, Barcelona y Sevilla están muy lejos. Pero, a vista de Europa, no tanto. Y se notó en el partido, que tuvo todo el aire clásico de los choques de rivalidad regional. Nervios, fútbol espeso, prudencia. Miedo a perder más que deseo de ganar. Pero también un repentino desajuste capaz de provocar unos minutos inolvidables.Guerra de velocistas. Suker y Carlitos son veloces. Ferrer y Sergi, también. El partido se desarrolló de forma que tras la línea media azulgrana quedaba. una amplia pradera en la que estas dos parejas rivalizaban en velocidad. La baza del Sevilla estaba en ganar en esta zona de la batalla. La del Barça, también. Y por ahí empezó a perder la eliminatoria el Sevilla.
Guardiola. En el cruce de caminos le da intención al equipo. Mide la velocidad de avance y coloca pases que abren heridas en el sistema defensivo. rival. Ahora le suplanta en esa posición Popescu, que galopa con aire de jugador grande y ofrece más disparo y más llegada, pero que en los días espesos del equipo no es capaz de ponerlo en marcha. Su presencia desplaza a Guardiola a una zona del campo donde no nos acostumbramos a verle, pero su calidad es tal que parece capaz de adaptarse a esa función. Su segunda mitad fue ejemplar.
Demasiado atrás. El vicio de jugar demasiado atrás se paga caro. El Sevilla invirtió una hora en el empeño de no encajar un gol. Luego le quedaron por delante 30 minutos para marcar dos. Demasiada tarea. Al echarse tan atrás facilitó el trabajo a un Barcelona poco inspirado.
Fútbol es fútbol. O "a gol mal celebrado, gol en contra", que es otro dicho clásico. El Barça se sintió clasificado con el segundo gol y no lo estuvo. El Sevilla se sintió renacer con el gol de Moya y también se equivocó. Los equipos que se ausentan por un momento suelen sufrir ese castigo.
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