Escolares latinoamericanos ven a los niños españoles "muy consentidos"
"Los niños españoles dicen muchos tacos, nosotros somos más tranquilos", dice Alfredo, un peruano de nueve años. "Están muy consentidos", añade Isabel, peruana de 10 años. "Los de mi país no son tan chulos. Aquí piensan sólo en ellos ( ... ). Cuando los niños españoles son pequeños, los padres les dan todo lo que quieren. En mi país no es así", acusa José, un chileno de 11 años.¿Prejuicios al revés?, puede ser, pero los alumnos hispanoamericanos suelen evaluar de forma bastante negativa a sus compañeros españoles como "maleducados, egoístas, mimados y engreídos", según una de las muchas conclusiones incluidas en el libro Escuela y tolerancia, que la catedrática de psicopedagogía María José Díaz-Aguado publicará próximamente en la editorial Pirámide, culminando más de diez años de investigación sobre la integración escolar.
Díaz-Aguado considera que el desafío intercultural en la educación orientado a la construcción de la tolerancia, representa en los noventa lo que la educación compensatoria, orientada hacia la igualdad de oportunidades, representó en los sesenta. Pero las expectativas de transformación de la sociedad y de prevención de peores conflictos pueden frustrarse si no se aprende de los errores de entonces.Como en sus trabajos publicados anteriormente (por el Ministerio de Educación y la ONCE), Díaz-Aguado combina la teoría con la investigación práctica y la formulación de modelos de intervención, a su vez experimentados durante la investigación. Escuela y tolerancia constituye así no sólo un análisis de los problemas que la inevitable diversidad cultural nos crea, sino que ofrece alternativas para intentar construir una sociedad mejor desde la educación. Estos modelos de intervención desarrollan propuestas de aprendizaje cooperativo que fomenten la colaboración para despertar a través de ella la comprensión mutua y el diseño de materiales apropiados.
Los modelos desarrollan también la discusión y representación de conflictos, pues la autora es firme partidaria de la idea de que la existencia del problema es precisamente una fuente de soluciones, y que las personas formadas en contextos étnicamente heterogéneos pueden desarrollar actitudes más tolerantes.
La diversidad puede ser pues, una oportunidad en vez de un problema, siempre y cuando el sistema educativo se adapte a las nuevas necesidades.
Pero es el capítulo dedicado al punto de vista de los niños el que ofrece algunos de los pasajes más deliciosas, y seguramente más sugerentes. En él destaca la mencionada opinión de los niños extranjeros sobre sus condiscípulos españoles. Los alumnos de Europa del Este, por ejemplo, suelen observar una excesiva permisividad entre los españoles. Curiosamente, éstos, los españoles, sintonizan bastante bien con los procedentes de Europa del Este. Por contra, los alumnos españoles de etnia gitana son, con gran diferencia, los más rechazados, tanto por los españoles como por los extranjeros.
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