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A por el sillón de doña Violeta

La derecha dura y somocista resurge con fuerza ante las elecciones del año que viene en Nicaragua

Nicaragua, el segundo país con mayor pobreza de Amé tras Haití, se enfrentará el 20 de octubre de 1996 a las segundas elecciones democráticas de su historia. Pese a que faltan aún poco más de diez meses para que esto suceda, los 26 partidos políticos que se disputan la representatividad de este país de apenas cuatro millones de habitantes andan con prisas. Y es que esta poarizada y castigada república centroamericana se encuentra inmersa en una guerra sin cuartel que tiene por objetivo el codiciado sillón piesidencial que hoy ocupa la presidenta Violeta Barrios de Chamorro.La derecha dura y de tinte somocista amenaza con volver a hacerse con el país. Las encuestas adjudican al abogado Arnoldo Alemán, ex alcalde de Managua, posiciones de amplia ventaja. De hecho, Alemán, un hombre que llegó a presidir la patronal cafetera en tiempos de los sandinistas, fue uno dejos principio de líderes de aquella Unión Nacional Opositora (UNO) que llevó en 1990 a Violeta Barrios al poder.

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Lo que ocurrió después de la histórica victoria que unió en alianza a toda la derecha opositora nicaragüense (14 partidos) contra el Frente Sandinista es el origen de la crispación política nacional que acompaña al país desde entonces. La presidenta rompió con quienes le habían apoyado en su acceso al sillón presidencial -entre ellos, el que. fuera su vicepresidente, Virgilio Godoy- y puso el Gobierno en manos de su yerno Antonio Lacayo, que se alineó con los sandinistas para poder goberna el país. El objetivo era llevar a Nicaragua al centro, una vez cerradas las heridas de la guerra y reconciliados sandinistas y contras

Desde entonces se han producido muchos cambios en Nicaragua y también muchas tensiones, con huelgas, salvajes, tomas de rehenes y levantamientos arma dos. A tiempo pasado, la polémica entre el yerno de la presidenta y la bancada (grupo parlamentario) de la UNO ha resultado, en cierto modo, positiva, porque la crispada Asamblea Nacional emprendió uña reforma de la Constitución que hoy permite un mayor equilibrio entre los poderes del país. Todo ello en detrimento del caudillismo, como señala el ex sandinista Sergio Ramírez.

Espíritu de revancha

Pero el espíritu de revancha -muy común en una Nicaragua que, pese a los cambios históricos desarrollados en el país, sigue estando dividida en bandos y familias- no estuvo ajeno en el trabajo legislativo. Lacayo, que dejó el Ministerio de la Presidencia me ses atrás, fue vetado a ser candi dato de las próximas elecciones presidenciales -una ambición personal que había dejado entre ver cuando todavía era el todopoderoso, ministro de la Presidencia- porque entre las enmiendas constitucionales se introdujo una que impide a los familiares de la presidenta ejercer este derecho.

La rabieta ha sido enorme. Lacayo, un político culto y hábil que sin embargo, permitió el tráfico de influencias y la corrupción, no ha dado su brazo a torcer y ha llevado su caso a los tribunales, confiando ciegamente en que al final será candidato. Mientras tanto ha creado -"con el propósito de tener algo que nunca tuvimos los nicaragüenses: una nación"- su propio partido, el Proyecto Nacional.

Lacayo explica que desde que Nicaragua se independizó de España, en 1821 lo que ha habido en su país son grupos de poder, con la misión de gobernar unos sobre otros. Así justifica la existencia de liberales y conservadores, somocistas y antisomocistas o sandinistas y contras. "Cuando se ganaron las elecciones en 1990, los partidos de la UNO quisieron gobernar en la forma tradicional. O sea, aplastando al vencido. Pero doña Violeta dijo muy pronto que quería ser la presidenta de todos los nicaragüenses, y con ese espíritu gobiema el país".

Arnoldo Alemán disiente de Lacayo, a quien acusa de ser un sandinista disfrazado. Dice que la victoria de la UNO en 1990 fue un, voto (le castigo al Frente Sandinista, y, no un voto para Violeta Barrios. "Todo: estos años han sido de desastre para el país. Van a dejar la economía peor que los sandinistas. Hay un dato que lo dice todo: cada niño que nace en Nicaragua trae consigo ya una deuda de 4.000 dólares [casi medio millón de pesetas]", apostilla.

Si hay algo que hizo bien Lacayo cuando gobernaba ha sido dotar a Nicaragua de una estabilidad macroeconómica. Pese. a que Alemán acusa al Gobierno de "ser el mejor alumno que jamás ha tenido el Fondo Monetario Internacional [FMII", la inflación, que en tiempos de los sandinistas llegó al 35.000%, ronda ahora el 12%. Además, ¿qué seria del país sin los 500 millones se dólares que Id entran cada año, de ayuda internacional?

La izquierda está también dividida. Lo que parecía una piña sandinista lo empezó a romper la piñata, aquel bochornoso espectáculo protagonizado por los dirigentes sandinistas al repartirse propiedades ajenas cuando vieron que se les acababa el poder. Mientras Tomás Borge, el ex ministro de Policía que ahora dirige el periódico Barricada, acapara casi una veintena de fincas, hoy las calles de Managua se llenan de desempleados sandinistas.

Sergio Ramírez, el otrora poderoso vicepresidente sandinista, está ya hoy fuera del partido. Con gran decencia ha devuelto la casa que le tocó en el reparto de la piñata. El es el artífice de la enmienda constitucional que le impide a Lacayo, ser candidato presidencial. Dice que no es una revancha ni un castigo contra su viejo amigo, con el que tantas veces pactó -aquél, como ministro de la Presidencia, y éste, como jefe. de la bancada sandinista-, sino la resolución de dos problemas que arrastra el presidencialismo desde la época de los Somoza: la reelección y la sucesión familiar."Son razones, políticas , confiesa este veterano. político Y autor consagrado de novelas que, al frente de un nuevo partido llamado Movimiento Renovador Sandinista (MRS), también se presentará las elecciones del año próximo. En su opinión, "tanto el somocismo como el sandinismo, que en estas elecciones encabezan Arnoldo Alemán y Daniel Ortega, son esquemas del pasado. Hay que sacar a la gente de ese corral, porque si Nicaragua no logra romper esa barrera vamos a estar condenados a la eterna polarización".

El ex presidente Daniel Ortega es el candidato sandinista. Las encuestas le colocan con un 20% del apoyo del electorado, que es el porcentaje más bajo a que ha llegado el sandinismo desde que se levantó en armas contra el dictador Anastasio Somoza. Ortega va a las elecciones de 1996 con un nuevo lenguaje que muy pocos se creen y con unos métodos -primarias para elegir los candidatos a alcaldes y diputados, locales- que no incluyen ni a él ni a sus compañeros de la cúpula de mando. Propone, una gran alianza a todas las fuerzas políticas, "con excepción de los somocistas de Alemán".

A los 26 partidos que ya se están organizando para las elecciones del año que viene hay que añadir otros cuatro que están en lista de espera para conseguir la autorizacición . Todo indica que habrá alianzas, aunque quizá la única que no cuaje es la del partido que, de entrada, la está pidiendo a voces: el Frente Sandinista. Y es que quien pide ayuda antes de tiempo es que suele estar en apuros, se asegura en Managua.

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