Una familia en la picota
J. M. M.La acaudalada familia Salinas era intocable hasta el 1 de diciembre de 1994. En esa fecha Carlos Salinas de Gortari abandonó la presidencia de México y, de la noche a la mañana, un alud de acusaciones de la más diversa índole comenzó a caer sobre el ex mandatario y, más tarde, sobre su hermano Raúl.
Pocas semanas después de dejar la residencia oficial de Los Pinos, el anterior presidente fue acusado por dirigentes opositores ante los tribunales, junto a relevantes miembros de su Gobierno, de enriquecimiento ilícito y por la mala gestión de la economía mexicana que desató la crisis de la devaluación a finales del año pasado. No hay todavía respuesta judicial. El 3 de marzo, Carlos Salinas inició una huelga de hambre relámpago en Monterrey para exigir su exculpación oficial ante las crecientes imputaciones que recaían sobre él.
Buena parte de la opinión pública y de la clase política le achacaba la responsabilidad por la pavorosa crisis económica que se desató en diciembre del año pasado y le asociaba con el asesinato en Tijuana, el 23 de marzo de 1994, del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio. Horas después de su voluntario y breve ayuno, que ayudó poco a restaurar su imagen pública, el ex mandatario se marchó al extranjero con rumbo desconocido. Salinas ha permanecido durante meses en Canadá y recientemente se le situaba en Cuba.
Pero, días antes de su marcha al exterior, otro miembro de la familia se sumó a la cada vez más turbia polémica que rodea a los Salinas. Raúl, ex director general de la Comisión Nacional de Subsistencias Populares, un organismo estatal para la distribución de alimentos básicos, fue detenido el 18 de febrero como presunto autor intelectual del asesinato del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, crimen ejecutado en las postrimerías del sexenio de su hermano. Raúl permanece encarcelado en la prisión de Almoloya de Juárez, en el Distrito Federal.
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