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Viaje a Lourdes

El señor alcalde de la Villa de Madrid ha acudido a Bruselas en busca de subvenciones de la Comunidad Europea para remodelar el barrio de Lavapiés, y el presidente de la UE, monsieur Santer le ha despachado con viento fresco, diciéndole que tiene que dirigirse al gobierno español para que éste le tramite la instancia. Los españoles sólo pensamos en la UE como fuente de subvenciones agrícolas, regalos del Fondo Social Europeo, co-financiacion es del FEDER, fondos de convergencia, y apoyo contra los marroquíes. ¿Que el control de los alquileres ha resultado en el deterioro del centro de las cíudades? Pues se viaja a Bruselas a ver sí cae el maná.Sin embargo, en contraste con estas actividades negativas, que castigan a quienes producen valor, para mantener zánganos imprevisores, la UE tiene otra dimensión positiva que los españoles pasamos por alto o intentamos anular. Me refiero a la limitación de las ayudas públicas, la licitación de las obras públicas, el reconocimiento público de los títulos profesionales. La UE intenta embridar todos estos atentados contra la libre competencia, pero, los españoles nos resistimos.

He repetido la palabra "público" a sabiendas de que el Estado español no es sino un mero instrumento inmediato de quienes intentan poner coto a la competencia proviniente de Europa. Cuando oigo a alguien afirmar que algo es "públíco", tengo la costumbre de corregirle para mis adentros, diciéndome que es "del público": así, susurro que gasto público es gasto del público, que la televisión pública es pertenencia del público, que las pensiones públicas son transferencias sacadas del bolsillo del público. Pues bien, igualmente es del público la resistencia a las medidas. liberalizadoras de la UE.Es muy ilustrativo de las actitudes del público el asunto de la ayuda de 130.000 millones de pesetas, nada menos, que los pilotos del SEPLA reclaman con tanta impaciencia para su amada Iberia. Primera viñeta: oía yo en la radio hace cuatro días a una locutora decir que la CE se resistía a conceder a Iberia esa subvención; la pobre no se había enterado de que tal ayuda no la sufragaría la CE sino nosotros, los contribuyentes españoles, caso de permitirlo Bruselas. Segunda viñeta: un empresario patriótico se quejaba de que pecáramos de inocentes al aceptar humildemente que Bruselas permitiera a los Estados francés y alemán ayudar a Air France y Lufthansa, y pensara en prohibirnos hacer lo mismo; no pensaba en la ventaja relativa que supondría para España el no tener que reponer las pérdidas pasadas de nuestra aerolínea nacional, ni sufragar las probables pérdidas futuras.

No sólo supone nuestra pertenencia a la UE una disciplina en materia de gasto público, sino también en cuestiones de servicios públicos. Gracias a las presiones de Bruselas, en 1998 desaparecerá el monopolio de la telefonía de voz que ejerce la Telefónica de España. El Gobierno está muy orgulloso porque nos hemos adelantado al calendario establecido por la CE para liberar los servicios de telecomunicaciones con valor añadido, cuando en realidad deberíamos avergonzarnos de que en algún momento existiera un monopolio que atentaba contra nuestro bienestar y reducía nuestra capacidad de crecimiento.

La UE está intentando conseguir que las eléctricas nacionales abran las puertas a la competencia. El ideal europeo es de "acceso abierto a la red", es decir, la posibilidad de que un cliente de Galicia o Valencia contrate el suministro de electricidad en Inglaterra u Holanda, si le resulta más conveniente o barato, y viceversa. La compañía local suministraría el fluido fisicamente, y las dos generadoras se compensarían en dinero el saldo neto de sus servicios en el territorio de la otra. Ello implica que todas las redes de transporte eléctrico de Europa estuviesen al servicio de todas las generadoras, distribuidoras y comercializadoras de electricidad de Europa. No les digo nada de la resistencia numantina de Electricité de France y de Reilinische Westfalische Elektrizitätswerke AG a abrir su mercado a la competencia.

Izquierda Unida ha criticado al señor Alvarez del Manzano por acudir a Bruselas como si fuera a Lourdes en busca de un milagro. Hay que ser de la cáscara amarga para acertar con la mejor metáfora religiosa. ¡Que la Virgen de Lourdes confunda a nuestros monopolistas!

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