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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El color del juez

HA BASTADO que el instructor del expediente contra el juez Moreiras califique de falta muy grave los hechos que se le imputan -revelar secretos sumariales referidos al caso Argentia Trust- para que ciertas plumas, implacables y justicieras por costumbre, se tornen piadosas y lancen desde sus atalayas periodísticas el aparentemente desinteresado mensaje de que la cosa no es para tanto.Los que hablan de humillación, de castigo desproporcionado o de sacrificio de un magistrado en aras de no se sabe qué intereses cuando se trata del juez Moreiras son precisamente los mismos que descalifican sin contemplaciones al juez García-Castellón, vierten insidias personales contra él, le acusan de prevaricación y le llaman juez prefabricado vendible como un dentífrico.

Quizás la clave de esta actitud no sea otra que el distinto papel que los jueces Moreiras y García-Castellón han jugado en los procesos abiertos a Mario Conde. Es notorio y persistente el inmenso interés que muestra este ilustre imputado porque sus cuentas con la justicia las evalúe Moreiras y no García-Castellón, como está legalmente establecido. Las diversas apelaciones procesales del ex banquero han ido fracasando una tras otra, lo que parece haber provocado gran irritación a Conde y a su terminal mediática.

Por lo que parece, esas almas tiernas, tan compasivas con el juez solicitado por Conde como implacables con el que éste rechaza, hacen todo lo que está a su alcance -el de su pluma o el de su línea editorial- para que nuestro célebre ex banquero se salga con la suya, incluso forzando leyes y propiciando impunidades.

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En esa estrategia cabe tanto la presión más descarnada a la independencia de los jueces, indicándoles la sentencia que deben dictar si no quieren ser acusados de estar vendidos al Gobierno, como la insidia sinuosa que intenta sembrar la duda sobre trayectorias profesionales e incluso personales. El instructor del expediente abierto al juez Moreiras está avisado. Apartar a este juez de la carrera judicial o trasladarle a otro juzgado constituiría una intolerable humillación y un castigo desproporcionado y fuera de lugar. Todavía más, convertiría al juez Moreiras en un chivo expiatorio de -¡nada menos!- las insuficiencias del sistema judicial.

Resulta una broma, o mejor dicho, una apreciación interesada, afirmar que los hechos por los que se ha expedientado a Moreiras se deben a "insuficencias del sistema judicial". Como resultaría afirmarlo también del posible retraso indebido relacionado igualmente con el caso Argentia Trust, que ha motivado la apertura de nuevas diligencias informativas contra dicho juez por parte del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Llevado al límite semejante concepto de responsabilidad no habría manera de exigírsela prácticamente a nadie por causa de sus actos. Ni a los jueces prevaricadores, ni a los gobernantes corruptos, ni a los médicos negligentes, ni a los periodistas calumniadores, ni siquiera a los banqueros de rapiña... El sistema, y nunca mejor dicho, sería el verdadero culpable de sus desmanes. Eso sí, siempre que en el vértice del sistema aparezca claramente identificado Felipe González, tan culpable de los GAL como de los saqueos a que presuntamente han sometido a sus empresas Mario Conde y Javier de la Rosa.

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